Empezando por el celebérrimo Lago Ness y continuando por el yate real Britannia, la espectacular capilla Roslin o el curioso Jupiter Artland.
Cuando llegues al lago Ness, olvídate por un momento del monstruo, la leyenda y los mitos. Simplemente, disfruta del paisaje, porque eso sí que es absolutamente real y fascinante. 39 kilómetros de largo, 1,5 de ancho y puntos de 300 metros de profundidad le dan a este lago un carácter único, un aire mágico que llena toda la mitad norte de la falla de Great Glen, ésa que divide las Highlands de Fort William a Inverness. Está conectado a los lagos de Oich y Lochy por el canal Caledoniano, de 35 kilómetros, una espectacular obra desarrollada a principios del siglo XIX por el ingeniero escocés Thomas Telford. Muy cerca de allí, en Roslyn, encontrarás otra de tus visitas obligadas: la fabulosa capilla de la localidad. Después de 43 años de obras, se completó esta joya de la arquitectura del siglo XV encargada por el templario William St Clair. Sorprende la sobrecargada decoración y ornamentación y la descomunal riqueza de los detalles. De hecho, muchos de los motivos decorativos aluden a leyendas y algunas de las esculturas tienen un significado desconocido. Esto otorga a este templo un carácter enigmático al que se le ha añadido la supuesta presencia de hasta ocho fantasmas. Hay mil y un detalles que buscar en el interior de la capilla, aunque destacan el pilar del aprendiz, con varios dragones entrelazados, y las esculturas de los pilares que ilustran escenas del Antiguo Testamento.