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La ciudad de los contrastes

La ciudad de los contrastes

El origen de su nombre sigue siendo un misterio pero la mayoría de las fuentes coinciden en que proviene la palabra Bucur que significa “alegría” o “felicidad”. La ciudad de la alegría que contrasta con las palabras del célebre escritor Mircea Cartarescu que insiste en que su ciudad natal “es la ciudad más triste que se haya erigido jamás sobre la faz de la tierra”. Lo mismo sucede con su arquitectura. La mezcla de estilos arquitectónicos occidental y oriental pueden ser el sueño surrealista o la pesadilla de un arquitecto. Bucarest es, sin duda, la ciudad de los contrastes.

Un buen lugar para hacerse una pequeña idea de la historia de la ciudad es visitar el Palacio del Rumano. El edificio parlamentario más grande de Europa y el segundo más grande del mundo tan solo superado por El Pentágono. Conocido localmente como “La Casa del Pueblo”, sus dimensiones mastodónticas hacen que sea imposible pasar desapercibido y es que esa era precisamente la intención del dictador Nicolae Ceausescu. Su obra cúlmen tenía que ser la más grande del mundo. Sin embargo no llegó a verlo finalizado El edificio está formado por doce plantas en superficie, 8 subterráneas, 315.000 m² de extensión, de los que más de 250.000 superan los 86 metros de altura y 92 metros de profundidad. Trabajaron más de 20.000 personas en turnos las 24 horas del día para construirlo. Desgraciadamente, tuvieron que destruir varios edificios de la zona vieja de Bucarest para hacerlo posible. En el proceso se derrumbaron iglesias medievales, palacios barrocos y cuatro antiguas sinagogas. El Centro histórico, en su día conocido como “el pequeño París”, contaba con un legado de palacios de estilo Art Nouveau y edificios modernistas cuya arquitectura neoclásica recordaba a la capital francesa de la época. Sin embargo, bajo el mandato del dictador y tras un terrible terremoto, gran parte de esta zona quedó destrozada.

Pero todavía quedan grandes joyas por visitar como los jardines Cismigiu, el Arco del Triunfo o el elegante parque de Herastrau. En esta parte de la ciudad se encuentra el barrio de Lipscani. Sus calles están llenas de teterías y es, además, el centro de la fiesta nocturna de Bucarest. El edificio más significativo que podemos encontrar aquí es Curtea Veche. Actualmente es un sitio arqueológico donde se puede ver un busto de Vlad Tepes, el príncipe que inspiró el personaje de Drácula. El Ateneo Rumano y la Ópera de Bucarest son otros dos edificios que vale la pena visitar. El Pasaje Macca Vilacrosse tiene forma de herradura y está dividido en dos partes, una llamada Macca y otra Vilacrosse. Los nombres vienen de un mercader apellidado Macca y de un arquitecto catalán apellidado Vilacrosse. Tiene una cúpula preciosa hecha de cristales de colores y está repleta de bares y restaurantes. En Bucarest podemos encontrar infinidad de iglesias de todos los estilos y confesiones.La mayoría son pequeñas iglesias y capillas pero tienen una gran belleza arquitectónica que, para sorpresa y deleite de los viajeros, están ubicadas en rincones que pasan desapercibidos, convirtiendo su búsqueda en una pequeña aventura. La iglesia de Stavropoleos en la Ciudad Vieja es un excelente ejemplo con sus ricas pinturas murales y puertas talladas. Finalmente, aunque esta es tan solo una pequeña degustación, La Plaza de la Revolución. Este lugar es especial no tanto por su arquitectura sino por su peso en la historia. En diciembre de 1989 el régimen de Nicolae Ceausescu había llevado al país a una situación de hambruna, retraso industrial y pobreza extrema. La gente ya no aguantaba más y las protestas se sucedían por todo el país. El 25 de diciembre de 1989 el dirigente pagaba con su vida todas las atrocidades que había cometido. Más de mil personas perdieron la vida durante ese diciembre. La mayoría de ellas en las revueltas de Bucarest. Gran parte de las trifulcas más sangrientas tuvieron lugar en esta plaza, donde se construyó un monumento para conmemorar a las víctimas.