Formada por platos tradicionales de la cocina árabe y por especialidades locales repletas de sabor, la gastronomía jordana puede presumir, además, de sus generosas raciones y de sus exquisitos postres.
La cocina tradicional jordana ha recibido numerosas influencias a lo largo de la historia del país, predominando las de la gastronomía egipcia, libanesa y turca. Aunque si tenemos que elegir una sola palabra para definir el arte culinario de Jordania, más allá de sus ingredientes y sabores, es hospitalidad. La generosidad se expresa a través de lo servido en la mesa y sentarse a comer es un momento social significativo del que hay que disfrutar. Se puede afirmar que la sociedad jordana gira alrededor de la comida. Los orígenes de la gastronomía en Jordania provienen, en gran parte, de la cultura beduina y de la influencia, por ser lugar de paso de rutas comerciales, de lugares tan lejanos como la India. De allí vino el uso de ciertas especias, así como del arroz, otra de las bases de su gastronomía, un producto que fue introducido desde Egipto. Se caracteriza por ser sencilla y poco pretenciosa, aunque al mismo tiempo algunos de sus mejores platos son muy elaborados y con gran sabor. También se caracteriza por ser muy saludable, basando sus principales ingredientes en las verduras, legumbres, frutas, yogur, frutos secos y carnes como el cordero y el pollo. El alimento básico de la gastronomía jordana es el pan árabe, que es, generalmente, excelente, sobre todo si lo tomamos caliente. Es siempre redondo, pero de diferentes tamaños y sabores, y acompaña a todos los platos. Por su parte, la bebida local, muy popular, es el arak, un licor aromático de anís que se toma con hielo y agua. Jordania produce vino, cerveza y bebidas refrescantes. Por regla general, el postre se acompaña de un buen té, una de las bebidas más populares en Jordania, que suele ser de hierbabuena.