Este territorio es mucho más que cerveza y dulces. De hecho, la gastronomía de esta región tiene el privilegio de contar con la finura de la cocina francesa que se fusiona con el arte culinario de otros países. Un dato curioso es que Bélgica es uno de los países con más estrellas michelín por habitante del mundo. Destacan chefs reconocidos como por ejemplo Peter Goossens, Maxime Collard y Cyril Molard, entre otros.
Y es que los belgas son gourmets con paladares exigentes y eso se nota en cada uno de los platos típicos del país. En las cocinas, los lugareños utilizan productos regionales e ingredientes de temporada, aunque si bien es cierto, en la costa del país predominan los platos de pescados y mariscos.
En Bélgica no puedes dejar de probar su producto estrella: los mejillones con patatas fritas. Además, otros de los platos tradicionales es el waterzooi, una especie de sopa de pollo muy cremosa y exquisita. De postre, lo mejor son los sabrosos gofres cubiertos de chocolate. ¡Una auténtica delicia! Eso sí, de lo que no hay duda es de que cada comida se acompaña con una refrescante cerveza. Bélgica cuenta con cientos de cervezas y cada una es diferente: rubias, oscuras, suaves, fuertes, afrutadas, con especies… las hay de todo tipo y cada una de ellas se sirve en un vaso propio. Los viajeros más sumilleres no pueden perderse los vinos de la región de Flandes, un territorio que durante años ha combinado su pasión de la cerveza con la de los vinos. Por suerte, Bélgica tiene la suerte de contar con su vecina experta en esta materia: Francia, por eso resulta relativamente fácil degustar una delicia francesa en una buena comilona.