En todo viaje, una lista de monumentos que no puedes perderte. Esas visitas obligatorias, por las que todo el mundo te va a preguntar a tu regreso; ésas que te permiten captar la esencia del país que estás recorriendo y que van a pasar a formar parte de tus recuerdos, con foto incluida, por supuesto.
En Berlín, la nómina de lugares para visitar es enorme porque, además, la capital alemana es de esas ciudades que siempre está en permanente cambio. Tengas el tiempo que tengas para recorrer sus calles, no puedes perderte por nada del mundo la puerta de Brandeburgo, uno de los grandes monumentos berlineses que, además, ha cobrado mucha más relevancia desde la caída del muro como símbolo de la reunificación del país. Precisamente los restos del muro son otra de las visitas ineludibles: puedes optar por el Checkpoint Charlie, la East Side Gallery o seguir su resto por el suelo capitalino. Continúa tu lección de historia en los búnkeres de la ciudad, expuestos en la Berliner Unterwelten y subiendo a la espléndida cúpula del Reichstag, el edificio del Parlamento alemán. Y por supuesto, visita la catedral de Berlín, situada cerca de la isla de los Museos.
Durante tu visita a Colonia, todo el mundo coincidirá en que no puedes perderte por nada del mundo su catedral. Admira su grandeza, da una vuelta a su alrededor para ser consciente de su enorme tamaño y disfruta de su espléndido interior. Disfruta de un agradable paseo por una de las ciudades más bellas de Alemania, cruza el Rin a través del famoso puente de Hohenzollern y busca los numerosos restos romanos que conserva la ciudad, como la muralla, la puerta norte de la ciudad, el Praetorium o vestigios del acueducto, además del espléndido museo romano-germano.
Cerca de Múnich, en una excursión ideal para uno de los días de tu visita, te espera uno de los castillos más famosos del mundo, el de Neuschwanstein. Walt Disney se inspiró en él para su cuento de la Bella Durmiente, lo que multiplicó su fama a escala planetaria. Se construyó a finales del siglo XIX como si fuese una fortaleza medieval romántica y, aunque no llegó a terminarse, es sin duda uno de los edificios más imponentes que encontrarás en Alemania. Y cuando vuelvas a Múnich, no te olvides de disfrutar del espectáculo que ofrece el carillón de la Marienplatz. La columna de María, el ayuntamiento nuevo o la iglesia de San Pedro son algunos de los monumentos ineludibles que encontrarás en el corazón de la zona vieja de la capital bávara.
Si visitas Berlín, reserva medio día para acercarte a la próxima localidad de Oranienburg. Allí se levantó en 1936 el campo de prisioneros de Sachsenhausen, que se convirtió en el modelo que seguir para los campos de concentración desarrollados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. En total, más de 200.000 personas pasaron por allí, primero prisioneros políticos y después gitanos, homosexuales, judíos y prisioneros de guerra. Durante tu visita, podrás contemplar varios barracones y torres de vigilancia, la cárcel o la zona de exterminación. Otro de los lugares más estremecedores de tu visita a Berlín es el Monumentos a los judíos de Europa asesinados, popularmente conocido como el Monumento del Holocausto. En pleno centro de Berlín, el arquitecto Peter Eisenman instaló 2711 estelas de hormigón con forma de sarcófago en una superficie del tamaño de un campo de fútbol. Todas tienen la misma dimensión, pero alturas diferentes, lo que crea un laberinto silencioso cuando te sumerges en él.