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Castillos y Palacios

Un país fortalecido

El mejor ejemplo de ciudad que debe ser visitada porque tiene un edificio sublime es Kalmar. Esta localidad, levantada en el siglo XII en un punto estratégico, presume de contar con uno de los castillos medievales más espectaculares de toda Escandinavia. El edificio, magníficamente restaurado, se levantó en 1200 para defender la plaza de los constantes ataques de los daneses. Actualmente, la fortaleza alberga varias estancias amuebladas y distintas exposiciones, aunque una de las fotografías que no puedes perderte es su espléndida figura dominando todos los alrededores.

Ahora bien, la mejor selección de palacios y castillos de Suecia está, cómo no, en Estocolmo. La capital alberga, por ejemplo, el sensacional palacio de Drottningholm, una mezcla de barroco y rococó que, además del soberbio palacio, te aguarda con un parque, un teatro y un pabellón chino. ¡Y todo ello en perfecto estado! Y es que el recinto se construyó a todo lujo en un momento boyante de finales del siglo XVII, tratando de glorificar el poder de la monarquía. Tessin el Viejo inició las obras inspirándose en lo que triunfaba en ese momento en Italia y Francia. Tessin el Joven y grandes arquitectos de la época completaron los interiores para darle su lujoso aspecto actual. El recinto fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1991. Otra de las residencias reales que más atractivo tiene es el Palacio de Haga, antiguamente llamado el Palacio de la Reina. Está situado dentro de un impresionante espacio natural creado por el rey Gustavo Vasa a mediados del siglo XVIII. Lamentablemente, querido viajero, el edificio principal no puede visitarse desde 2010. Y es que ese año el gobierno sueco le otorgó permiso al rey para ocupar el palacio y él decidió, a modo de regalo de bodas, darle esa posibilidad a la princesa heredera del trono, Victoria, que desde entonces reside allí con su marido, Daniel Westling. El palacio, inspirado en el de Versalles, no se completó tal y como estaba previsto, pero sigue siendo un edificio imponente. Así que si tienes ganas de palacio, puedes cerrar tu recorrido con el imperdible, el que de ninguna manera puede estar fuera de tu recorrido cuando visites Suecia: el Palacio Real. Situado en pleno centro de Estocolmo, podría llegar a decirse que todos los caminos del centro de la capital conducen a él. Su ubicación acoge edificios defensivos desde el siglo XI. La fortaleza de las Tres Coronas se completó en el XIII y un siglo después se convirtió en residencia real. Tras una reforma de corte renacentista y un pavoroso incendio en 1697, se levantó de nuevo siguiendo el estilo barroco, con un aire italiano por fuera y francés por dentro. Las 608 estancias fueron decoradas con todo lujo de detalles por los mejores artistas de la época. ¿Cómo te lo vas a perder?

No puedes perderte

Un lugar con mucha historia

En 1397, el castillo de Kalmar ya era toda una institución en Escandinavia. Por eso, se escogió como escenario para la creación de la Unión de Kalmar, mediante la cual los reinos escandinavos se asociaron durante 130 años. Posteriormente, en 1523, Gustavo Vasa tomó el control de la ciudad y la fortificó.

Ojo con cruzarse con la familia real...

Cuando visites Drottningholm siempre cabe la posibilidad de encontrarte con los reyes de Suecia, ya que tienen allí su residencia oficial. Salvo esa área cerrada al público, todo el resto del recinto está abierto al público. No te pierdas el jardín barroco, la alcoba de la reina Hedvig Eleonora o la biblioteca de la reina Luisa Ulrika.

Un día en el parque

Que no puedas visitar el palacio no significa que no debas acercarte hasta la popular zona de Haga. Y es que el Hagaparken tiene de todo para pasar un buen día: una zona natural de estilo inglés con edificio a cada cual más curioso, como una pagoda china o una tienda de campaña romana.

Qué difícil es escoger...

Hay tanto que ver en los centenares de habitaciones del Palacio Real que resulta muy complicado hacer una selección de lo más importante. El salón de Estado, la capilla real, la galería de Carlos XI, el Museo de Antigüedades de Gustavo III... ¡Y no te olvides del cambio de guardia de la entrada!