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San Juan

Una ciudad por descubrir

San Juan y su comarca conservan ese aire virginal para el viajero, que enseguida se siente conquistado por sus aires de ciudad cordial y ajena al jaleo

Parece mentira que en 1944 un terremoto destrozase completamente todo el centro de la ciudad. Ahora está todo o casi todo reconstruido con mimo después de un intenso trabajo de restauración iniciado nada más ocurrir la catástrofe por el presidente Perón, en lo que sin duda fue una de las primeras acciones que le granjearon su enorme popularidad. Su limpieza característica ayuda a multiplicar el encanto para el viajero, que podrá darse un agradable paseo siempre que el calor se lo permita. Ten en cuenta que, en verano, la ciudad se apaga, especialmente los domingos, cuando sus habitantes buscan las aguas del dique Ullum para darse un chapuzón. Hay dos cosas que no puedes perderte en tu recorrido por San Juan. La primera son sus museos. Destacan la Casa de Sarmiento, donde vivió de pequeño un famoso político y diplomático, y el Museo de Ciencias Naturales, donde debes buscar el esqueleto de un herrerasaurus. El otro imprescindible de San Juan es, sin duda, su famoso vino blanco. Antes de catarlo, puedes dar un paseo por el Museo del Vino Santiago Graffigna y acabar en su bar, aunque para eso otra parada obligatoria es la Antigua Bodega Chirino. Los alrededores de San Juan también están llenos de lugares con mucho encanto. El más famoso entre los viajeros está formado por sus bodegas, especialmente las Cavas de Zonda, ubicadas en el interior de una cueva. Para completar la ruta, puedes acercarte a Anahata, donde se elaboran vinos espumosos biológicos. Si estás por la zona, acércate al santuario de la Difunta Correa, un curioso fenómeno cultural de fe en el espíritu de una fallecida que hacía milagros y en cuyo honor se levanta un templo cada vez más grande.