Si tenemos que hablar del encanto y la belleza singular de los Países Bajos, es imprescindible que comencemos refiriéndonos al tulipán, la flor nacional de Holanda. Se empezó a cultivar en lo que hoy es Turquía y se importó por primera vez a Holanda en el siglo XVI. A raíz de que el botánico Carolus Clusius escribiera su primer libro sobre tulipanes en 1592, la popularidad de esta flor aumentó de tal forma que la gente entraba continuamente en su jardín para robar los bulbos.
La importancia de esta colorida flor fue creciendo al tiempo que lo hacía la Edad de Oro holandesa y los tulipanes se convirtieron en tema obligado de cuadros y festivales. A mediados del siglo XVII, su popularidad provocó la primera burbuja económica (“la tulipomanía”), ya que, cuantos más bulbos se compraban, su precio iba aumentando hasta el punto de utilizarse como si fueran dinero y causar una crisis del mercado. Hoy en día, Holanda sigue siendo famosa por sus tulipanes y otras flores, hasta el punto de recibir el cariñoso nombre de “floristería del mundo”. Los tulipanes se cultivan en extensos campos de bellos colores y en primavera se celebran numerosos festivales en su honor por todo el país. El motivo por el que hay tulipanes por todo el mundo es que los emigrantes se llevaron con ellos su afición por estas flores.
Cada año, desde finales de abril hasta principios de mayo, se celebra el “Tulip Festival”, en el Noordoostpolder, en medio de campos de tulipanes. Por toda Holanda hay jardines y mercados de flores, y merece realmente la pena visitar la mayor casa de subastas de flores del mundo en Aalsmeer, cerca de Ámsterdam. El clima holandés es idóneo para su cultivo, ya que, cuando empiezan a florecer en primavera, el tiempo suele ser fresco y el suelo de los pólderes (terrenos ganados al mar) se desagua constantemente proporcionando a los bulbos el agua que necesitan. Hay muchos tipos y variedades de tulipanes, que, desde mediados de marzo hasta finales de mayo, transforman gran parte de Holanda en un bello mosaico de color. Además de los tulipanes, por supuesto, hay cientos de elementos que convierten a Holanda en uno de los países más bonitos, pintorescos y encantadores del mundo. Por ejemplo, algunos de sus pueblos, como Marken, Volendam o Naarden, y los espacios naturales que colorean varias de sus regiones, como Drenthe, Zelanda, Frisia o Groninga.