Para empezar tu recorrido por Estambul, no hay otro sitio como Santa Sofía. Primero iglesia encargada por el emperador Justiniano, después mezquita con Mehmet el Conquistador y finalmente museo gracias a Atatürk. Es un lugar de belleza inigualable, donde te vas a poder pasar horas admirando cada uno de sus rincones.
Justo enfrente de Santa Sofía, al otro lado de la plaza, encontrarás otro de los monumentos fundamentales de Estambul: la Mezquita Azul. De hecho, posiblemente sea el edificio más fotografiado de toda la ciudad, ¡y eso es mucho decir! Lo cierto es que el exterior lleno de cúpulas y con seis finos minaretes es un espectáculo… sólo superado por su soberbio interior lleno de azulejos de Iznik, que le dan su nombre oficioso.
Y muy cerca de allí, se levanta uno de los grandes referentes de Estambul: el Palacio Topkapi. Erigido justo después de la caída de Constantinopla que cambió de Edad la Historia, este recinto lleno de salas y jardines lujosos alberga mil y una historias de intrigas palaciegas, romances, pasiones… ¿Te apetece conocerlas? Después de observar los tres edificios más famosos de la ciudad, ¿qué te parece bajar a lo más profundo de Estambul? La Cisterna Basílica es su estructura subterránea más antigua, ya que se construyó en el año 532, y tiene varios centenares de columnas que forman un espectáculo sublime bajo tierra donde, además, hay una temperatura muy agradable para los días de calor. Y para culminar tu recorrido por los principales monumentos de Estambul, nada mejor que verlos desde las alturas. Para ello, la mejor opción es buscar la Torre Gálata, que durante siglos fue el edificio más alto del país y que aún sigue dominando la silueta de la ciudad. En su cima, hay un mirador 360 grados con unas vistas excepcionales.