Pocos países del Viejo Continente pueden presumir del patrimonio histórico y cultural que tiene Polonia. En la mayoría de sus grandes ciudades podemos encontrar museos, salas de exposiciones y espacios de todo tipo dedicados a mostrar al mundo el papel decisivo que ha tenido esta nación a lo largo de los últimos siglos.
De todo el patrimonio histórico que alberga la nación polaca, buena parte está indisociablemente unido a la Segunda Guerra Mundial y al genocidio judío que perpetró el régimen nazi en este país. La invasión del ejército alemán pilló desprevenida a Polonia, y en pocos días los tanques Panzer de la Wehrmacht habían ocupado todo el territorio nacional y sometido al pueblo polaco. Quienes se llevaron la peor parte fueron los cientos de miles de judíos que vivían en Polonia: fueron encerrados en guetos y llevados en masa a los campos de exterminio que se construyeron a las afueras de las grandes ciudades. Muchos museos y galerías por todo el país nos muestran con crudeza estos tristes episodios de la historia de Europa.
Por otra parte, basta con dar un tranquilo paseo por algunas ciudades polacas para sentir el peso de la historia a nuestro alrededor. Por ejemplo, por Bydgoszcz. Al iniciarse la invasión alemana de Polonia, cientos de habitantes de esta ciudad, también conocida como Bromberg, fueron linchados. Eran polacos descendientes de alemanes, y fueron acusados de formar una quinta columna contra Polonia. El llamado Domingo Sangriento de Bromberg acabó cuando los alemanes tomaron la ciudad e hicieron ejecuciones masivas como venganza por los alemanes asesinados. En Łódź, la tercera ciudad más poblada de Polonia, los alemanes obligaron a la población judía a vivir en una zona amurallada, conocida como el Gueto de Łódź, desde la que los judíos eran llevados a los campos de concentración nazis.
Szczecin, por su parte, fue alemana hasta 1945, cuando los aliados aceptaron la tesis de la URSS de que Szczecin pasara a ser polaca. La ciudad conserva notables monumentos, como el antiguo ayuntamiento (1423), varias iglesias góticas de los siglos XIII y XIV y un castillo renacentista. De las antiguas fortificaciones del siglo XVIII, quedan la Puerta de Berlín, y la Puerta del Rey. Y resulta curioso el caso de la ciudad medieval de Toruń, seguramente la que tuvo mejor suerte de todas, ya que no sufrió los bombardeos que asolaron otras poblaciones polacas durante la Segunda Guerra Mundial. Así se convirtió en la ciudad que conserva mayor número de edificios medievales originales de toda Polonia.