Da igual si hablamos del Mar Jónico, del Golfo Sarónico, del Mar de Mirtos o del Egeo… En realidad estamos hablando, en todo momento, de pequeñas porciones del maravilloso Mediterráneo, esa gran masa de agua salada y cristalina en torno a la cual se desarrolló la sociedad occidental hace siglos y más siglos.
Si de algo puede presumir Grecia es de su impactante y maravillosa colección de playas en torno a este mar. Sus arenas pueden ser blancas y finas o doradas y algo más gruesas; su público puede ser joven, familiar o formado por parejas de enamorados; puede tratarse de playas prácticamente vírgenes o repletas de ambiente y de todos los servicios… Lo importante es que, en todos los casos, son playas preciosas, muy bien cuidadas y bañadas por las deliciosas aguas limpias y templadas del Mediterráneo.