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Tabarka

Descubrir un paisaje terrestre frondoso y un fondo marino de coral

Esta pequeña localidad se encuentra más cerca de la frontera con Argelia que de la capital de su propio país. Vale la pena desplazarse hasta este lugar para gozar de los mejores paisajes costeros naturales, tanto desde tierra firme como nadando en sus aguas azul turquesa bajo el penetrante sol africano.

La naturaleza puede vivirse en su máximo esplendor en la ciudad de Tabarka. Caminando por su bello paseo marítimo avistaremos unas curiosas formaciones rocosas que se han convertido en icono del lugar. Se conocen como Las agujas, y se elevan hasta una altura de 20 metros. En una pequeña caminata junto al mar, podremos contemplarlas desde distintos puntos de vista. Por otra parte, si lo que queremos es adentrarnos en el mar Mediterráneo, este es uno de los mejores lugares para practicar buceo. La fina capa colorida que cubre el fondo marino de Tabarka le otorga el nombre de la costa del Coral, formada por pequeños pólipos de colores vivos que se contonean con el vaivén de las corrientes marinas. Los alrededores de la ciudad también desprenden una belleza única, el bosque que la separa de su vecina Ain Draham puede recorrerse a pie o en bonitos paseos a caballo. Todo el entorno de esta zona limítrofe de Argelia merece ser recorrida palmo a palmo, observando sus bellos detalles naturales, los más frondosos del país debido a su microclima único en Túnez.

También puede que nos apetezca pasar un día viviendo la cultura y empapándonos del pasado del lugar. Así pues, la mejor opción será pasear entre sus calles y visitar el fuerte genovés que se alza en una pequeña isla unida al continente por camino de unos 400 metros. Si sentimos que nos invade la curiosidad también podemos acercarnos a conocer el Museo del Corcho o la fortaleza turca Borj Messaud, donde podremos apreciar diferentes exposiciones o presenciar algunos de los eventos culturales que ahí se realizan. El mayor reclamo cultural de la ciudad es el festival de jazz que se celebra cada año, que congrega centenares de aficionados melómanos que no quieren perderse la cita.