La capital de Letonia, Riga, situada junto a la orilla del río Daugava, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO debido a su encantador casco histórico, conocido como Vecriga, a un fantástico conjunto de edificios de estilo Art Nouveau y a unos barrios llenos de casas de madera muy bien conservadas.
La historia de la capital letona tiene más de ochocientos años y, a lo largo de su historia, ha sobrevivido a diferentes regímenes políticos. Riga es una ciudad amable, ni muy grande ni muy pequeña, con estrechas y empedradas calles. En 2014 fue elegida Capital Europea de la Cultura. Una estupenda idea es subir a la planta 26 del Radisson Blue Skyline Bar, para, mientras tomamos una copa, admirar las mejores vistas de la ciudad: los tejados de las casas, las torres de las iglesias, las calles adoquinadas... El laberíntico casco histórico de la ciudad merece recorrerse sin prisas hasta llegar a alguna de sus plazas llenas de restaurantes y cafés al aire libre donde, simplemente, ver pasar el tiempo. Un paseo por la capital nos permitirá descubrir rincones, tales como: los Tres Hermanos; la colina del Bastión, una de las 18 torres que llegó a tener la muralla; el mercado central; el parque Bastejkalns, un parque enorme donde descansar, hacer un picnic o navegar a lo largo de sus tres kilómetros de canales; probar alguna de sus cervezas artesanales en el bar Folkklubs Ala Pagrabs, etc. Riga es también la capital del Art Nouveau, con alrededor de 800 edificios, cada uno de ellos una obra de arte en sí mismo. La mayoría se encuentran en el centro de la capital, en un barrio de arquitectura francesa, (principalmente recomendables son las calles Alberta y Elizabetes) y solo hay que alzar la vista para ver todo tipo de decoraciones en las llamativas y originales fachadas: motivos florales, figuras geométricas, musas, bestias mitológicas, máscaras, cenefas y duendes.