Atención, viajero, porque Río Dulce engancha. Es la típica región donde sólo esperas pasar un día y acabas quedándote una semana. El río Dulce es la más bella conexión entre el espléndido lago Izabal –el más grande de toda Guatemala- y las costas del mar Caribe. Es verdad que lo puedes recorrer en un par de horas gracias a alguna de las excursiones que se organizan en la zona, que te permitirán contemplar decenas de especies de aves o pasar por fuentes termales. Pero a poco tiempo que tengas, merece la pena disfrutar de su clima templado y asentarse en alguno de los coquetos hoteles ribereños para saborear un enclave especial.
Y si el río Dulce engancha, el lago Atitlán fascina. Da igual que hayas viajado mucho o poco antes de llegar a sus orillas, porque el paisaje que forma te va a dejar con la boca abierta. Elegantes colinas y florecientes árboles vigilados desde atrás por los impresionantes volcanes sirven de telón de fondo a un inmenso lago donde los pescadores se mueven en embarcaciones tradicionales y las mujeres indígenas limpian la ropa ataviadas con vestidos multicolor. En sus alrededores tienes, además, de todo: localidades con encanto, yacimientos arqueológicos, empresas que organizan excursiones y todo tipo de actividades al aire libre… Muchos viajeros insisten en que Semuc Champey es el enclave más bonito de Guatemala. ¿Te apetece comprobarlo? Para ello, tendrás que hacer un recorrido por una carretera lenta y llena de baches, pero puedes estar bien seguro de que merecerá la pena. Allí te espera un puente natural de caliza de 300 metros con varias pozas naturales donde darse un baño inolvidable en el agua cristalina procedente del río Cahabón. Para rematar el espectáculo de tonos azulados, bajo el puente fluyen intensas corrientes de agua subterránea. ¿Alguien da más? Y para terminar tu ruta pasada por agua, ¿qué te parece un baño en una playa idílica? Apunta un nombre en tu lista: Playa Blanca. Es, sin duda, la mejor de toda la zona de costa caribeña. Ahora bien, debes saber que es de propiedad privada y que sólo se puede acceder en barca. El circuito, eso sí, merece la pena. Empiezas contemplando los Siete Altares, un conjunto de cascadas y pozas de agua dulce espectaculares. Después recorres el río Cocolí, donde también puedes darte un chapuzón, y acabas en la excelente arena de Playa Blanca, disfrutando del sol y las cálidas aguas del Caribe guatemalteco.