Verdes prados, colinas solitarias, un cielo azul y un inmenso y sobrecogedor castillo medieval que se yergue, majestuoso, recortando su silueta en el horizonte. Esta imagen de postal se repite, en muchas ocasiones y con solo algunas pequeñas variaciones, a lo largo y ancho de la geografía checa. Y el glorioso pasado del país se nos muestra orgulloso en todas ellas.
Una vez habiendo visitado el Castillo de Praga, algo dentro de nosotros nos pide más: más construcciones medievales, más torres góticas, más fortalezas defensivas, más murallas, más decoraciones barrocas… Más castillos, en definitiva. Y estamos de suerte, ya que la República Checa es, en muchos sentidos, una especie de catálogo de castillos y palacios: los hay por todo el país y son a cual más espectacular. Unos destacan por su bonita arquitectura, otros por la importancia de las personas que residieron en ellos, otros por la majestuosidad de sus torres, otros por lo pintoresco de su entorno, otros por sus preciosos jardines… La lista de castillos y palacios de la República Checa es inmensa, casi tanto como el patrimonio histórico que atesora cada uno de ellos. Está, por ejemplo, el de Karlstein, el más visitado del país y que alberga un tesoro sin igual; el de Litomyšl, de estilo renacentista y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO; el castillo medieval de Loket, cerca de Karlovy Vary y que cuenta con una estremecedora cámara de tortura; la espectacular construcción de Český Krumlov, junto al Parque Nacional de Šumava; el Palacio de Děčín; el castillo de caza real de Křivoklát; el Palacio de Hluboká nad Vltavou; el de Dobříš; el Castillo de Spilberk o el de Frydlant; los palacios de Lednice y Valtice… No podemos dejar a un lado otro tipo de construcciones que, pese a no ser de carácter defensivo, resultan igualmente impactantes y muy, pero que muy pintorescas. Por ejemplo, la Catedral de Santa Barbara, en Kutna Hora, una población cercana a Praga, la de Olomuc, o la de San Vito, San Venceslao y San Adalberto, en la capital. Y si hablamos de la arquitectura checa, es esencial hacer referencia también a algunos de sus monasterios, como el de Vyšší Brod, situado en la región meridional de Bohemia, o el Monasterio de la Corona de Oro, de estilo gótico y de una belleza sin igual.