Con más de diez millones de habitantes, Moscú es la segunda ciudad más poblada de Europa, solo por detrás de Estambul. Cosmopolita y llena de tradiciones al mismo tiempo, esta megaurbe no deja indiferente a ninguno de sus visitantes.
La primera mención conocida de la colosal capital rusa es del año 1147, aunque la ciudad es más antigua, ya que, durante unas excavaciones arqueológicas, en el lugar que ocupa hoy el Kremlin, se descubrieron restos de una fortificación del siglo XI. Sin embargo, los primeros poblados se remontan hasta dos mil años antes de Cristo. Moscú, situada junto al río Moscova, es una ciudad inmensa, de proporciones casi faraónicas. Algunas de sus calles tienen más de 14 carriles, por lo que no es de extrañar tener que cruzar más de una a través de túneles para peatones. Moscú es una ciudad muy segura y, sin duda, una de las ciudades más vibrantes y sorprendentes de Europa oriental, en la que se pueden encontrar ejemplos de todos los estilos, desde el medieval hasta el más moderno. Sus edificios y monumentos permiten viajar al pasado comunista y zarista, mientras que museos, teatros y galerías de arte hacen de esta ciudad uno de los centros culturales más importantes del mundo. Indudablemente, en Moscú hay lugares emblemáticos y conocidos en el mundo entero, como, por ejemplo, el Kremlin, la Plaza Roja o la Catedral de San Basilio, pero en la capital rusa hay mucho más para ver: su maravillosa arquitectura religiosa, concurridas zonas comerciales, vibrantes pubs y restaurantes y fantásticos espacios verdes, sin olvidar su famoso metro con algunas estaciones que son verdaderas obras de arte. Todo ello hace que la visita a esta ciudad sea una experiencia asombrosa e inolvidable.