Esta urbe se caracteriza por sus pequeñas dimensiones y la tranquilidad que desprende. La mayor parte de los lugareños viven de la pesca, y lo hacen tirando sus redes y cañas en el río Mekong. De hecho, Kampong Cham ha sido un enclave de gran importancia para el comercio, especialmente del caucho y tabaco. Eso se debe a su conexión con Phnom Penh a través del río Mekong.
Aparte de contemplar los quehaceres cotidianos de sus lugareños, esta localidad ofrece un sinfín de actividades. Una buena opción es cruzar el puente de bambú que conecta la ciudad con la isla Koh Paen, y podemos hacerlo a pie o en bicicleta. Una de las curiosidades de esta construcción es que fue levantada a mano por los propios aldeanos. ¡Cuando estemos ahí no daremos crédito a lo que tenemos ante nuestros ojos! Los templos son otras de las visitas que no podemos obviar. El más popular es Wat Nokor, que data del siglo XI y que fusiona el estilo budista Theravada con el Mahayana. Aquí nos toparemos con un ambiente místico de lo más agradable y nos sentiremos pequeños ante las altas figuras que conforman el lugar.