Desde una cocina suculenta y llena de platos deliciosos hasta un sinfín de balnearios repartidos por todo el país, pasando por una artesanía digna de atención y una vida nocturna como pocas: Estonia es un país divertido, lleno de planes atractivos y con mucho más para ofrecer al visitante de lo que cabría esperar.
Son muchos los elementos que configuran el ADN del pueblo estonio: el Mar Báltico, las saunas, la hospitalidad, la herencia soviética, la actual pertenencia a la Unión Europea… Pero lo cierto es que, tras realizar un viaje de varios días a este maravilloso país, siempre descubrimos un buen puñado de características sorprendentes de la nación. Características que no aparecen en las guías turísticas, y que tienen mucho más que ver con la esencia del pueblo estonio que con la simple idiosincrasia del país. En la esencia de los estonios está, por ejemplo, la diversión: les encanta pasarlo bien, cantar, bailar y reír durante todo el día y toda la noche. Y la vida nocturna que nos ofrece Tallin, la capital del país, es buena muestra de ello. La excelente gastronomía tradicional de Estonia, así como su gran cantidad y calidad de tiendas y comercios en los que comprar artículos típicos, son asimismo un buen ejemplo de cómo este pueblo sabe pasarlo bien y hacerlo pasar bien a los demás. Los estonios también disfrutan con las aguas termales y con los efectos beneficiosos que estas tienen en su salud. Y, lo que es más importante: no tienen el menor inconveniente en compartirlas con todos los visitantes que eligen Estonia como destino de sus vacaciones. Por todo el país es posible encontrar balnearios y spas que hacen las delicias de propios y extraños con sus excelentes aguas geotermales.