Las atestadas y bulliciosas calles de Ammán, capital del reino, contrastan con la paz y la tranquilidad que se respiran en otras ciudades más pequeñas, como Rukban, Madaba o Al Karak, y con la diversión y el buen ambiente turístico que caracteriza a Aqaba.
No podemos entender el espíritu jordano sin conocer de cerca las peculiaridades de las dos mayores aglomeraciones urbanas del país: Ammán y Aqaba. La capital jordana tiene una larga historia que se remonta a unos 70.000 años cuando, según las excavaciones, se creó el primer asentamiento. Ammán estuvo bajo el dominio de varios imperios, desde los asirios y los persas hasta los griegos y luego los romanos. Estamos ante una ciudad que mezcla la tradición con lo moderno, en la que podemos encontrar tanto restos neolíticos como una gran urbe del siglo XXI con edificios modernos y arquitectura actual. Ammán es un lugar de contrastes: la zona comercial se caracteriza por sus grandes rascacielos, sus centros comerciales, sus hoteles, sus cafeterías de moda y sus elegantes restaurantes, mientras que el casco antiguo -y centro neurálgico de la ciudad-, conocido como el Balad (el país o ciudad en árabe), es un lugar lleno de historia donde se pueden encontrar, en cualquier rincón o callejón, vestigios del pasado de la capital del reino y de las diferentes culturas que han pasado por tierras jordanas. Los lugares más interesantes que se pueden visitar en Amán son: la Ciudadela, llamada Jabal al-Qal’a en árabe que, hoy en día, es un museo arqueológico; las columnas del templo romano de Hércules construido para honorar al Emperador Marco Aurelio. De este edificio, que en su día debió ser maravilloso, quedan solo dos de las 4 columnas corintias; el Museo Arqueológico; el Palacio de Omeya del siglo VIII; el teatro romano; el Odeón; la mezquita del Rey Abdulah I, conocida también como la Mezquita Azul de Jordania. También merece la pena pasear por los zocos de la ciudad. Áqaba, por su parte, es una ciudad portuaria situada en el golfo de Áqaba, a orillas del Mar Rojo. La ciudad ha estado habitada durante los últimos 4000 años, pero, en la actualidad, es el centro turístico marítimo de Jordania, un cruce de caminos en el que disfrutar de sus hoteles y actividades turísticas, de las compras, los casinos, la diversión, la noche animada, los deportes de aventura y las playas. Las playas de Áqaba son bulliciosas y están muy concurridas. Sin embargo, al sur de la ciudad hay varias playas más tranquilas. Los amantes de la historia pueden visitar el Castillo de Áqaba, también conocido como Castillo mameluco y realizar excursiones a los impresionantes centros arqueológicos de Petra y Wadi Rum. El mayor recurso de Áqaba es el Mar Rojo, donde se puede disfrutar del windsurf y de una de las mejores experiencias de buceo del mundo. Muy cerca de Áqaba se encuentra uno de los arrecifes de coral más bonitos de la costa jordana, el Jardín Japonés. En él existe una gran variedad de peces y corales de bellísimo colorido. Hacer snorkel aquí es, sin duda, una experiencia extraordinaria. Otro lugar privilegiado para practicar submarinismo y snorkel es el arrecife de coral de Yamanieh del parque marino de Áqaba, donde habita una variada fauna marina que incluye tortugas de mar, delfines y peces multicolores. También se puede ver el fondo del mar desde un barco acristalado y realizar excursiones en moto de agua.