Para comenzar tu recorrido marcado por el agua, una ruta ecológica muy peculiar: las grutas de Trang An. Es una preciosa bahía llena de pequeñas isletas y con las montañas verdes actuando como telón de fondo. Para admirar este precioso paisaje debemos recurrir a embarcaciones similares a las góndolas venecianas, que nos llevarán por los arroyos –que en realidad son plantaciones de arroz- y las decenas de cuevas de piedra caliza de la zona. De hecho, la vegetación de la región es tan frondosa que sería imposible moverse por ciertos puntos si no fuera por el río Sao Khe.
No pienses que para encontrar grandes extensiones de agua debes salir de la ciudad. En pleno centro de Hanoi vas a poder disfrutar del Lago Hoan Kiem o West Lake (lago del Oeste), un lugar muy querido por todos los vietnamitas. Es uno de los destinos más populares entre los lugareños y durante las celebraciones del Tet acoge actuaciones musicales y espectáculos de fuegos artificiales. Merece la pena acercarse hasta allí para contemplar la torre de la Tortuga, fotografiar el templo de la Montaña de Jade o cruzar el puente The Huc o del Rayo de Sol. Otro de los grandes atractivos de Vietnam son sus puentes. Uno de los más especiales es el Puente Cubierto Japonés, sin duda principal icono de Hoi An. Lo construyó la comunidad japonesa de la ciudad a finales del siglo XVI para poder comunicarse y comerciar con los barrios chinos. Años después, cuando los japoneses dejaron de poder vender en el exterior, el puente cambió de denominación oficial y se le añadió un templo vietnamita, pero popularmente mantuvo el nombre y, sobre todo, el carácter japonés. La construcción es tremendamente resistente porque se tuvo en cuenta la amenaza de terremotos. Eso sí, no te sorprendas por su tamaño: ¡es bastante pequeño! El puente japonés de Hoi An es uno de los más famosos, pero no es el único que debes visitar durante tu recorrido por Vietnam. En Hanói, además del famoso puente del Rayo del Sol, puedes contemplar el puente de Long Bien, un histórico punto de la ciudad. Desde su construcción en 1902 fue, durante décadas, el único lugar por donde se podía cruzar el río Rojo y por eso el puente, originalmente llamado Paul Doumer –gobernador de Indochina y posterior presidente francés- fue duramente atacado en la Guerra de Vietnam. Buena parte de su estructura original sigue intacta y otras partes se han restaurado de forma básica, aunque está prevista una gran labor de reforma para recuperar el aspecto original de la construcción.