Para entender cómo funciona la sociedad húngara, y desentrañar las peculiaridades de este pueblo, es imprescindible conocer la historia del país, y el camino que ha seguido Hungría a lo largo de los siglos.
El territorio que hoy ocupa Hungría fue parte del Imperio Romano, que tenía el Danubio como frontera natural contra las tribus “bárbaras” del norte de Europa. Por su territorio pasaron, además de los romanos, celtas, hunos, eslavos, gépidos y ávaros. Fue el príncipe Árpád quien fundó Hungría en el siglo IX d. C. En el año 1000, Esteban I, bisnieto de Árpád, convirtió Hungría, que llegó a ser uno de los centros culturales del mundo occidental, al catolicismo. Hungría fue parte del imperio otomano, primero, y después se unió a los Habsburgo hasta que, en 1867, se convirtió en una parte autónoma del Imperio austrohúngaro. Desde este momento y hasta el final de la primera Guerra Mundial, llegó a ser una potencia regional, pero, después de la guerra, perdió, mediante el Tratado de Trianon, gran parte de su territorio. En la II Guerra Mundial, el país se alió con el Eje y sufrió importantes pérdidas materiales y humanas. Entre 1947 y 1989, pasó a ser una parte importante del Bloque del Este, ingresando, en 1949, en el Consejo de Asistencia Económica Mutua (COMECON) patrocinado por la Unión Soviética, del que formó parte hasta 1991. En 1989, al abrir su frontera con Austria, precipitó la caída del bloque comunista y, tras la disolución de la Unión Soviética, en 1991, Hungría se unió a la OTAN en 1999 y a la Unión Europea en 2004. Actualmente, Hungría es una república parlamentaria.