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Bristol

La puerta del oeste

Con el tiempo se convirtió en la segunda ciudad más importante de Gran Bretaña desde donde hubo un gran trasiego de barcos con salida al océano Atlántico. Su ubicación la hizo destacar por encima de otras ciudades también marítimas, sobre todo por el tráfico de esclavos entre África y América. El intercambio comercial boyante en aquella época se le debe en gran parte a Edward Colston, que fue nombrado hijo predilecto, pues su labor llevó grandes beneficios a la ciudad.

De aquella época se conservan las casas más bellas de Bristol y algunos mercados de esclavos, que se conocen como The Blackboy Hill. Cuando en el siglo XIX se abolió la esclavitud y gracias también a la competencia de otros puertos cercanos, terminaron los grandes ingresos. Hoy en día los habitantes de esta ciudad reniegan de esta parte del pasado e incluso hay iniciativas para cambiar nombres que lo recuerdan. Si bien el dinero lo daba el comercio, con el tiempo se supo diversificar para reinvertir en otro tipo de negocios. La versatilidad en las inversiones es característica de Bristol, que supo transformarse. Hoy es conocida por sus atracciones, festivales y eventos únicos que se celebran a lo largo del año. Desde los carnavales a un encuentro de globos aerostáticos de Europa. Gloucester Road se ha convertido en la zona perfecta para salir a comer e irse de compras. El mercado georgiano de St Nick’s es una visita imprescindible, aunque sea sin saborear cualquier tipo de comida internacional que allí se encuentra. Para tomar una buena pinta: Harbourside, aunque quien dice cerveza, dice también el mejor café de la ciudad. Y si lo que se prefiere son atracciones, la más famosa es el puente colgante de Clifton o el primer barco de vapor que se construyó en la historia para cruzar el Atlántico, el SS Great Britain. Bristol es en realidad una gran puerta de entrada a otras ciudades del país. A poca distancia están Gloucestershire, Cotswolds y Bath.