Valonia, Flandes y Bruselas son las regiones de este país y cuentan con una belleza natural única. Si bien, la región flamenca (Flandes) tiene el privilegio de combinar su entorno más verde con el paradisíaco del litoral, compuesto por playas de fina arena dorada y las aguas turquesas del Mar del Norte.
Reservas naturales y espesos bosques de cuento conforman la parte más pura y rural de Bélgica. Un océano verde que compite con el intenso azul del cielo. En estas zonas se pueden hacer varias rutas de senderismo que logran sorprender a cada paso, ya que es muy común encontrarse con pequeños pueblos sobre los que despunta un afilado campanario; así como rebaños de ovejas o de vacas -en concreto la Blanc Bleu, la especie autóctona-, aunque también es el hogar de zorros, ciervos, jabalíes y muchísimas especies más. La tranquilidad y el silencio son los auténticos protagonistas de estos escenarios en los que el sonido más común es el del canto de los pájaros o el crujir de las ramas. Si bien el interior de Bélgica es un auténtico remanso de paz, el litoral flamenco también regala momentos únicos e irrepetibles, aunque el bullicio y el animado ambiente es uno de los mayores atractivos de este punto del país.