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Edificios religiosos

Monumentos con aire celestial

Pasea sin prisa por la abadía de Melk, fotografía los detalles de las catedrales de San Esteban o de Salzburgo y sumérgete en la historia de la iglesia de San Pedro de Viena.

En tu camino a la pequeña localidad de Melk, su fabulosa abadía benedictina te saludará desde lejos. Se fundó en 1089 al borde del río Danubio en un privilegiado lugar donde ya habían levantado fortificaciones anteriormente. Durante su larga historia, ha mantenido un enorme prestigio, especialmente por su escuela y su biblioteca. Dedica tiempo a tu visita porque es una de las joyas maestras del barroco austriaco y tiene mil y un detalles para ser paladeados uno a uno, sin agobios.

Dice la leyenda que Carlomagno fundó la iglesia de San Pedro –considerada como una de las más antiguas de Viena- en el lugar donde se levantaba una basílica romana. Ahora bien, el templo del que disfrutarás ahora es de estilo barroco y se construyó en el siglo XVIII siguiendo un diseño de Gabriele Montani. Eso sí, la espléndida cúpula que seguro que te llama la atención tiene la firma de Johann Lukas von Hildebrandt. En 2004 terminó una cuidadosa y profesional labor de recuperación del interior que permitirá que disfrutes de todos los colores en su máximo esplendor. Para encontrar la catedral de San Esteban no tendrás que esforzarte mucho. La Steffl o aguja Sur se ve desde buena parte de la capital gracias a sus 137 metros de alto. De hecho, es tan querida por los vieneses que se ha convertido en un símbolo de la catedral y de la ciudad. Si llegas a la plaza donde está el templo desde la avenida Graven la sensación de grandeza es abrumadora. No te pierdas el púlpito, fíjate en las esculturas de la Puerta del Cantor y disfruta de la soberbia Puerta de los Gigantes, una obra maestra del Románico. Y para completar tu ruta por los grandes monumentos religiosos de Viena, nada mejor que plantarte delante de la catedral de Salzburgo y contemplar uno de los edificios más impresionantes de la ciudad. El actual templo data de 1628, aunque ya había una catedral anterior desde que obispo Virgilio la construyera en el siglo VIII. Seguro que te llaman la atención las grandes estatuas de los santos patrones de la catedral, Ruperto y Virgilio, y los santos Pedro y Pablo, que se encuentran en la fachada principal.

No puedes perderte

Olvídate del reloj

Cuando llegues a la abadía de Melk, es mejor que no mires el reloj. Déjate llevar y disfruta de la experiencia de saborear cada lugar. Busca los mil detalles de la excepcional escalera de caracol que lleva a la biblioteca, donde te esperan más de 85.000 libros de incalculable valor. Observa los frescos que decoran el techo del salón de Mármol y deja que pase el tiempo mientras contemplas de la preciosa iglesia de la abadía.

Fíjate en el relieve de la puerta

Antes de entrar a la iglesia de San Pedro de Viena, échale un ojo al relieve de mármol que hay en su fachada. Se llama “El emplazamiento de la Cruz por Carlomagno” y fue tallado por Rudolf Weyr en 1906. La obra representa el momento en que el famoso emperador franco funda el que está considerado como uno de los templos más antiguos de la actual capital austriaca.

Conoce a Pummerin antes de gozar de las vistas

Coge el curioso ascensor circular para ascender a lo más alto de la torre norte –llamada también del Águila-. Desde arriba tendrás unas vistas excelentes de toda la ciudad. Además, conoceréis a la famosa y enorme campana Pummerin: aunque en realidad es una réplica, porque la original fue destruida por los bombardeos en 1945. Eso sí, para hacerla de nuevo se usaron los restos de la colocada en 1711.

Para todo Salzburgo y mucha más gente

La catedral de Salzburgo es tan grande que en su interior cabe más gente de la que vivía en la ciudad cuando se construyó. El templo puede acoger a 10.000 fieles, así que no te extrañe que te lleves una impresión de órdago cuando entres. Por cierto, busca la pila bautismal de bronce que hay en la parte izquierda, cerca de la puerta: allí fue bautizado Mozart.