Praderas infinitas, lagos que brillan como espejos, montañas rocosas, cascadas llenas de vida, acantilados que parecen el fin del mundo… Todo esto y mucho más te espera en Escocia.
Uno de los mejores lugares para hacerse una idea del paisaje escocés, su riqueza y su variedad es Glencoe. Lo que en otro tiempo fueron glaciares y volcanes es ahora un profundo valle rodeado de altas montañas que regalan unas vistas sublimes. Para contemplarlo, tienes varias opciones. La más cómoda y rápida es desplazarte en vehículo por la carretera A82, que la atraviesa. Si te acercas desde el este, podrás disfrutar de una panorámica de ésas que no se olvidan. No es un recorrido demasiado largo –unos 20 minutos en coche-, aunque lo más seguro es que no puedas evitar detenerte junto a la calzada para tomar alguna foto. Si te gusta caminar, también tienes la posibilidad de ponerte un calzado cómodo y recorrer alguno de los senderos que atraviesan el valle. En el extremo sur del Cairngorms National Park se encuentran otro de esos lugares que encandilarán a los amantes de la naturaleza salvada. Son las cascadas de Bruar, un bello paraje natural que no te ‘robará’ mucho tiempo en tu recorrido pero te dejará un grato recuerdo. Es una caminata corta, accesible para casi todos los públicos, aunque no está de más llevar la ropa y el calzado adecuados para moverte por los senderos. Vas a disfrutar de unas vistas excelentes del desfiladero durante el paseo y finalmente encontrarás dos preciosas caídas de agua desde dos puentes de piedra. Y si te entra el hambre, debes saber que hay un área de picnic para que puedas reponer fuerzas. Para completar tu ruta por los inmensos paisajes escoceses, dirígete al sur para recorrer los espectaculares Borders. Suaves ondulaciones cubiertas casi siempre por un manto verde, ríos serpenteantes llenos de truchas y salmones, acantilados que dejan con la boca abierta, playas de arena, abadías llenas de historia, pequeñas poblaciones con mucho que contar…