Abrir la ventana del hotel en el que nos encontramos y ver estas hermosas líneas verdes intermitentes en el cielo oscuro de la noche de Islandia no tiene precio.
Este fenómeno luminoso tiene lugar en las capas atmosféricas más altas de los polos terrestres donde algunas partículas del sol chocan produciendo un efecto único. Durante los meses de invierno, cuando las horas de luz son menos, es más fácil vislumbrar auroras boreales en el horizonte. La mejor manera de verlas es a partir de las nueve de la noche y cuando el cielo está despejado. Después de estar un rato vigilando, unas formas alargadas e irregulares de color verde aparecen en el cielo dejando a veces también algunos tonos violetas y rojizos.
Hay muchos lugares óptimos para ver auroras boreales en Islandia, pero la mayoría de los visitantes eligen alguna excursión en los alrededores de Reikiavik, la capital. De esta manera tienen asegurado el transporte y la compañía de un guía experto cazador de auroras boreales. De todos modos, antes de salir, conviene consultar alguna aplicación especializada como Aurora Forecast, que nos ayudará a dar con el lugar ideal para su avistamiento. Por el contrario, durante los días previos al inicio del verano, Islandia vive otro fenómeno natural único. Se trata del sol de medianoche y es que, durante algunos días, no se pone el sol durante las 24 horas que dura el día. Para el viajero puede resultar difícil amoldarse a tantas horas de luz, pero para los islandeses es ya algo muy común. El sol de medianoche acompaña al solsticio de verano, por lo que se produce en el mes de junio. Esos días previos a la estación más calurosa es recomendable visitar la isla de Grímsey, perteneciente a Islandia y al sur del Círculo Polar Ártico. A pesar de que en la mayor parte del país el efecto no dure más que algunos días y que en determinadas zonas solamente se pueda disfrutar de la “noche clara”, lo cierto es que en las partes más al norte de Islandia el sol de medianoche puede admirarse hasta caer septiembre.