Estas pequeñas localidades están impregnadas de una atmósfera tranquila y al pasear por sus calles uno tiene la posibilidad de sentir muy de cerca el espíritu boliviano. Esta es también una buena manera de toparse con sus amables gentes, quienes todavía a día de hoy practican las tradiciones y costumbres ancestrales.
Estos emplazamientos suelen estar rodeados de vegetación y sus alrededores cuentan con una belleza descomunal que invita a residentes y turistas a hacer trekking y descubrir los senderos que conducen hasta rincones únicos. La principal base económica de los pueblos suele ser el turismo, por eso una buena forma de conocer estas coquetas localidades bolivianas es contratando los servicios de un guía local. Entre los más populares están Coroico, una pequeña urbe ubicada muy cerca del popular Camino de la Muerte; o Tupiza, cuyo mayor atractivo son sus curiosas y coloridas formaciones geológicas. Las ciudades antiguas también tienen cabida en Bolivia. Se trata de lugares ideales para profundizar en la historia del país y que permiten conocer de cerca vestigios pasados que enamoran al instante. Ejemplo de ello es la atractiva Tiwanaku, que conforma uno de los conjuntos arqueológicos más bien conservados y más importantes del país.