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Pueblos y ciudades arqueológicas

Enclaves con encanto

Estas pequeñas localidades están impregnadas de una atmósfera tranquila y al pasear por sus calles uno tiene la posibilidad de sentir muy de cerca el espíritu boliviano. Esta es también una buena manera de toparse con sus amables gentes, quienes todavía a día de hoy practican las tradiciones y costumbres ancestrales.

Estos emplazamientos suelen estar rodeados de vegetación y sus alrededores cuentan con una belleza descomunal que invita a residentes y turistas a hacer trekking y descubrir los senderos que conducen hasta rincones únicos. La principal base económica de los pueblos suele ser el turismo, por eso una buena forma de conocer estas coquetas localidades bolivianas es contratando los servicios de un guía local. Entre los más populares están Coroico, una pequeña urbe ubicada muy cerca del popular Camino de la Muerte; o Tupiza, cuyo mayor atractivo son sus curiosas y coloridas formaciones geológicas. Las ciudades antiguas también tienen cabida en Bolivia. Se trata de lugares ideales para profundizar en la historia del país y que permiten conocer de cerca vestigios pasados que enamoran al instante. Ejemplo de ello es la atractiva Tiwanaku, que conforma uno de los conjuntos arqueológicos más bien conservados y más importantes del país.

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Enamorarse de Coroico

Coroico se encuentra en una zona tropical muy rica en flora y fauna. Esta pequeña ciudad cuenta con una naturaleza fascinante que invita a todo viajero a disfrutar de la tranquilidad, de naturaleza y de un clima agradable. Este punto del país es perfecto para realizar actividades de trekking. Sus alrededores cuentan con montes elevados de tupida vegetación y ríos caudalosos perfectos para hacer rafting. Pero sin duda, uno de sus mayores atractivos es recorrer el Camino de la Muerte en bicicleta. ¡Una experiencia que fascinará a los más atrevidos!

El encanto de Tupiza

Al sur de Bolivia se encuentra la encantadora ciudad de Tupiza. Se trata de un pequeño enclave arropado por cerros y coloridas formaciones geológicas dignas de una auténtica obra de arte. Esta pequeña urbe, a la que los lugareños llaman la joya bella de Bolivia, todavía conserva edificios antiguos de arquitectura colonial y republicana. Pasear por sus calles es una experiencia única, ya que permite conocer de cerca las costumbres y tradiciones del lugar.

Samaipata, un tesoro boliviano

Samaipata es un enclave que desprende una energía sobrecogedora, y nos percataremos de ello nada más poner nuestros pies en este territorio. Se trata de un pequeño pueblo en el que viven unas 4.000 personas. El tesoro más querido por esta comunidad es El Fuerte, una gigantesca roca que alcanza los 220 metros de alto y que en el año 1998 fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. En este punto se han encontrado restos arqueológicos de guaraníes y se considera que es la mayor obra de arquitectura rupestre del mundo. Este lugar también es muy especial porque alberga edificios de las culturas chané, inca y española.

Viajar al pasado en Tiwanaku

A unos 15 kilómetros del lago Titicaca se encuentra Tiwanaku, un antiguo pueblo que se caracteriza por ser testimonio de la cultura Tiahuanaco. Se trata de uno de los conjuntos arqueológicos más enigmáticos de la época preinca, además de ser una de las ruinas mejor conservadas y más importantes del país. Esta zona arqueológica permite a uno viajar al pasado y sentir de cerca cómo debía ser este emplazamiento, de unas 30 hectáreas, en su momento de mayor esplendor. Entre las construcciones más populares están la puerta del sol, la pirámide Akapana y el museo cerámico. Recorrerlo supone una experiencia para todos los sentidos… ¿quién se apunta?