Turquía es el paraíso del kilómetro cero gastronómico. Tiene unas materias primas de excelente calidad y se autoabastece de ellas para que en muy poco tiempo, el producto llegue del mar o el campo a la mesa.
Disfruta de sus excelentes asados, del arte de hacer pescado a la brasa y de los sabrosos kebabs; prueba mil platos nuevos gracias a los meze (similares a las tapas) y redondea la comida con un trago de raki. Turquía apuesta desde hace siglos por una cocina intensamente estacional, lo que sin duda acentúa los sabores de sus productos. Lo podrás comprobar, por ejemplo, en sus frutas, sabrosas como en pocos lugares del mundo. Una buena manera de probar mucho y bueno es aprovechar los tradicionales meze, una especie de tapas que los camareros de las tabernas muestran antes de que lleguen los platos principales.
Muchos de los platos típicos del país están basados en la carne, un producto que apasiona a los turcos. Hay muchas maneras de cocinar todo tipo de carnes, aunque la más famosa es el kebab –shish y döner-. Prueba también las albóndigas, los saç kavurma (trozos de carne rehogada) o el güveç (un guiso de carne y verduras en una vasija de barro) Y entre tanta comida, deja un hueco para beber algo, querido viajero. No te marches de Turquía sin probar su excelente y curioso café, denso y fuerte, y acuérdate de pedir la cantidad de azúcar antes, porque va incorporado. Si te gusta el té, vas a disfrutar de lo lindo, porque es la bebida nacional… con permiso del raki, un licor anisado que se puede beber sólo o con agua. La cerveza también es muy popular, sobre todo la Efes.