La isla de Skye es, con diferencia, la más grande de las Hébridas interiores y la más visitada por los viajeros, sobre todo gracias a las facilidades de acceso que aporta el puente entre Kyle of Lochalsh y la isla.
Tiene uno de los paisajes más variados y espectaculares del país, con meseta volcánica al norte o picos esculpidos en hielo en los Cuillins. Como hay muchos lagos marinos, el mar nunca está más lejos de ocho kilómetros. Hay muchos lugares que visitar, aunque si vas justo de tiempo empieza por la localidad de Portree, la principal ciudad de la isla. Su puerto lleno de casas de colores te ofrece una postal inolvidable. ¿Sabías que debe su nombre a la visita de Jacobo V en 1540? Pero para islas extremas, las Shetland. Están situadas al norte del país, en la misma latitud que la noruega Bergen. De hecho, las condiciones son tan extremas que apenas quince de las cien que forman el archipiélago están habitadas. Las islas Shetland es un auténtico paraíso para los amantes de la ornitología, porque puedes ver aves de muchos tipos -¡no te pierdas los frailecillos!-. También hay numerosos enclaves prehistóricos y unos paisajes naturales infinitos. Lewis&Harris son en realidad una única isla, pero parecen diferentes porque los paisajes cambian de manera brutal. Cuanto más avances hacia el sur, es decir, cuando te adentres en Harris el panorama se va volviendo más lunar, con macizos montañosos, lagos y corderos con cabeza negra. ¡Es todo un paraíso para los senderistas! ¿Sabías que desde sus cumbres podrás ver, si el tiempo lo permite, la isla de St Kilda, que está a 80 kilómetros al oeste? Harris no es muy grande, pero hay bastante que ver. Busca la iglesia de Saint Clement, un encantador templo del siglo XVI; recorre la carretera de la costa oeste, que presume de tener las mejores playas de arena blanca de Escocia, o fotografía el impresionante paisaje de la bahía de Luskentyre. Las islas Orcadas también son una visita de lo más interesante. Destaca, por ejemplo, Kirkwall, que con sus 6.000 habitantes ejerce como capital de la isla principal, Mainland. Es una localidad encantadora, de ésas donde da gusto perderse paseando sin rumbo fijo. Las estrechas callejuelas y las casas de piedra gris dan a esta ciudad un encanto antiguo y especial. En tu ruta, no puedes perderte la catedral de Saint Magnus, un templo gótico hecho de una bonita piedra rosada; las ruinas del Bishop’s and Earl’s Palace, y la Tankerness House –es la más antigua de la ciudad-. Además, Kirkwall es famoso por sus jerséis que, dicen, son los más bonitos de Escocia.