Considerada una de las ciudades más bonitas y encantadoras del norte de Europa, Vilnius cuenta con un sinfín de reclamos turísticos de primer nivel. Reclamos que han hecho de la capital lituana una de las ciudades más demandadas por los viajeros de todo el mundo.
Vilnius, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es una ciudad relativamente pequeña, cuyo casco histórico invita a ser recorrido una y otra vez. Se trata de una urbe por la que apetece pasear, perderse, curiosear por cada uno de sus rincones, entrar en sus cientos de iglesias de mil colores (desde el rosa hasta el verde más brillante), ver sus encantadoras tiendas, subir a las colinas, desde las que se divisa toda la ciudad y, cómo no, visitar el barrio de Uzupis, donde todos tienen derecho a equivocarse, donde todo el mundo tiene derecho a ser feliz o infeliz… Dicen, con razón, que Vilnius es una de las ciudades más bellas del Báltico. El entramado de callejuelas del centro histórico de la capital de Lituania forma el casco antiguo barroco más grande del este de Europa. Vilnius es una ciudad culturalmente activa, fruto de su mentalidad abierta y de su espíritu de tolerancia que la ha caracterizado durante siglos. El teatro, el ballet o la música son pilares fundamentales de la escena cultural de la capital lituana que fue, a lo largo del año 2009, Capital Europea de la Cultura. Aunque no hay nada como descubrir esta encantadora ciudad sin prisas, es más que evidente que hay determinados lugares que no se pueden dejar de visitar: la catedral y su campanario, la torre Gediminas, (el símbolo de la ciudad), iglesia de la Santa Madre de Dios, la Universidad, la iglesia de Santa Ana, el palacio presidencial, la calle de la literatura o el barrio judío.