Destino de cientos de viajes de aventura a lo largo de la historia, testigo de algunos de los conflictos más cruentos del siglo XX, y meca mundial del turismo espiritual, Laos es actualmente uno de los países más asombrosos y mejor valorados de todo el continente asiático.
Son dos los elementos que, desde que el mundo es mundo, se asocian con este maravilloso país llamado Laos: la naturaleza y los templos. La primera parece mostrarnos su cara más salvaje, más indómita y más espectacular en el Sudeste Asiático en general y en el interior de esta nación en particular. En Laos encontramos enclaves increíbles nacidos de la caprichosa madre naturaleza, como las Cataratas Kuang Si, las Cuevas de Pak Ou, la Meseta de Bolaven Plateau o el singular Parque de Buda. También están, por supuesto, la Reserva Natural de Bokeo, la gruta de Tham Kong Lo y el lugar conocido como Si Phan Don, al que nosotros llamamos “las 4.000 islas”. Flotan en medio de las aguas del Mekong, el legendario río que vertebra la península de Indochina y que reviste de magia y misterio a toda la región. Las ciudades de Laos están llenas de vida y de un bullicioso pero delicioso ambiente oriental. Vientián, la capital, es solo la primera de una larga y extraordinaria lista: Vang Vieng, Pakse, Nong Khiaw, Luang Namtha, Huay Xai, Savannakhet, Phonsavan, Luang Prabang… Esta última, por cierto, es la ciudad en la que se levantan más de 30 templos budistas llenos de historia, de belleza y de misticismo. Para completar el retrato de un viaje a Laos, no podemos dejar a un lado lugares como Champasak, las Cuevas de Vieng Xai, la Llanura de las Jarras o ese mágico enclave llamado Gibbon Experience, ni podemos obviar la simpatía de sus gentes, ni su deliciosa y variada gastronomía, ni todos esos pequeños detalles que hacen de Laos un destino completa y absolutamente asombroso.