Para empezar tu ruta, ¿qué te parece acercarte hasta Veliko Tarnovo y dedicarle un buen paseo a la Fortaleza de Tsarevets? Casi toda ella está rodeada por el río Yantra y las vistas son espectaculares. Pero ojo, allí arriba hay mucho que ver: el Palacio Real, la iglesia de Sveti Dimitur, la iglesia de los Santos Petur i Pavel o la de Sveti Georgi, el Patriarcado, el Torre de Balduino o la roca de las ejecuciones, desde la que se arrojaba al vacío a los condenados.
Continúa en Sozopol, donde el encanto de sus calles se mantuvo gracias a las fortificaciones de la ciudad, construidas entre los siglos IV a. C. y XIV d. C.. Sus restos forman parte ahora del Museo de la Torre y la Muralla Sur. Puedes darte un agradable paseo por las murallas y disfrutar de unas excelentes vistas de las aguas que bañan la península donde se asienta la ciudad. Un de las fortalezas que no te puedes perder es la de Belogradchik, donde el hombre simplemente se aprovechó de lo que la naturaleza hizo durante miles de años. Las placas tectónicas empujaron a la superficie roca arenisca que levantó una fortaleza natural de formas curiosas. Los romanos, los búlgaros y los otomanos utilizaron el entorno para levantar una ciudadela prácticamente inexpugnable. Y para completar la sarta de fortalezas, el caso más curioso de todas las que hay en Bulgaria. Está construida pieza a pieza, de forma artesanal, y todo hace indicar que es un edificio medieval a imagen y semejanza de los muchos que hay por la zona. Y sin embargo, es completamente moderno y está previsto que acoja un hotel. Es el castillo de Ravadinovo: ¡una visita de lo más especial!