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El encanto de Lisboa

Una ciudad única en el mundo

Los sitios famosos y muy visitados se mezclan en Lisboa con otros menos conocidos pero igualmente llenos de encanto, dando lugar a una ciudad maravillosa en la que a cada paso encontramos una nueva y deslumbrante sorpresa.

Lisboa es una ciudad que “engancha”, una ciudad que, en cuanto se visita por primera vez, se está deseando volver. La capital portuguesa es sumamente agradable y acogedora, tanto para quien la visita, como para quien tiene que vivir o trabajar en ella. Una ciudad cosmopolita, lo suficientemente pequeña como para no sentirse desbordado por su tamaño, pero lo suficientemente grande como para no sentirse aislado y con la misma vida y servicios que cualquier otra capital europea. Lisboa es perfecta para conocerla en dos o tres días sin que sobre tiempo ni estar agobiados por la cantidad de lugares que visitar, una ciudad con buenos accesos y a pocas horas de distancia de cualquier capital europea. Su temperatura es envidiable durante todo el año, su marcha nocturna y su ambiente de ocio son de los mejores de Europa, hay playas de muy buena calidad a pocos kilómetros del centro y, en lo que se refiere a monumentos, Lisboa es simplemente impresionante. Quien visita Lisboa se pregunta qué tiene esta ciudad que la hace ser tan especial. Quizás sean sus hospitalarias gentes, su mezcla de modernidad y tradición o, tal vez, su excelente gastronomía. Aparte de su bacalao a bras, Lisboa es famosa por sus recetas dulces, entre las que se encuentran los deliciosos “Pastéis de Belem”, unos pastelillos de hojaldre y crema originarios del barrio de Belem, a orillas del río Tajo en su desembocadura en el Atlántico y que se pueden encontrar por toda Lisboa y Portugal. Actualmente, se elaboran en la “Fábrica de los pastéis de Belem” con una receta secreta que se guarda celosamente bajo llave y que se mantienen desde 1837.

Lugares emblemáticos de Lisboa

Torre de Belem

La Torre de Belem es, sin duda, el símbolo de la ciudad. Construida en el siglo XIV como fortaleza para proteger la entrada al puerto a través del Tajo (en el interior del baluarte aún podemos ver los cañones), con el tiempo, su uso defensivo desapareció y se utilizó como centro recaudador de impuestos y como prisión. La Torre de Belem está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Castillo de San Jorge

Antiguamente conocido como Castelo dos Mouros, por ser una fortificación musulmana reconquistada en el siglo XII por Alfonso Henríquez, primer rey de Portugal, el castillo sobresale entre las callejuelas de una colina. Hasta mediados del XVI, vivió su máximo esplendor y fue testigo de acontecimientos como la recepción de Vasco de Gama a su regreso de la India. Tras el terremoto de Lisboa de 1755, el castillo quedó en ruinas y no se comenzó a restaurar hasta el siglo XX.

Monasterio de los Jerónimos

Mandado construir por Manuel I para conmemorar el regreso de la India de Vasco de Gama, el Monasterio de los Jerónimos, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983, es uno de los principales ejemplos de la arquitectura manuelina en Portugal y un homenaje a la época dorada de los descubrimientos. Está en el barrio de Belém, sobre los restos de una antigua ermita, donde se cuenta que Vasco de Gama y su tripulación rezaron antes de salir hacia la India.

Plaza del Comercio

Históricamente, a la Plaza del Comercio, la más importante de la capital portuguesa, llegaban los barcos mercantes y era la puerta de Lisboa. Se construyó en el lugar donde estuvo situado el palacio real antes de ser destruido por el terremoto de 1755. La plaza está formada por un conjunto de edificios porticados en tres de sus lados y está abierta en su lado sur, mirando al Tajo. En la Plaza del Comercio hay dos lugares especialmente interesantes: el Arco da Rua Augusta y la estatua ecuestre de José I.

Oceanario de Lisboa

El Oceanario de Lisboa, en el barrio de Parque de las Naciones, simula un puerto flotante y tiene 16.000 ejemplares de 450 especies marinas. Solo en el gran tanque central hay más de 100 especies, entre rayas, barracudas, morenas y hasta un enorme pez luna. Alrededor del tanque central, hay otros cuatro tanques, representando, cada uno, cuatro hábitats diferentes: la costa rocosa del Atlántico Norte, la línea costera de la Antártida, los bosques de algas del Pacífico y los arrecifes de coral del Índico.

Un paseo en tranvía

El tranvía es el medio de transporte ideal para llegar a las calles estrechas de los barrios más típicos de Lisboa. Hay cinco líneas, pero las más interesantes, desde el punto de vista turístico, son las tres que pasan por el centro de la ciudad: la 12, la 15 y el mítico tranvía de la línea 28, de madera por dentro, que lo hace ideal para ver, a través de la ventanilla, los lugares más emblemáticos de la capital: el Bairro Alto, Alfama, Chiado, Graça, la zona del Jardim da Estrela, etc.