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Centro neurálgico de la costa dálmata

Una joya arquitectónica declarada Patrimonio de la Humanidad

Sin duda una de las figuras claves de la ciudad es Diocleciano. Fue emperador de Roma desde el año 284 hasta 305 dc. Conocido por su carácter autócrata su deseo final era fijar una residencia en Split, cerca de su ciudad natal, sin recortar en gastos. Así fue. Muestra de ello es su inmenso Palacio y Mausoleo.

La construcción está edificada al más puro estilo de una ciudad romana. De hecho, en su momento, el palacio contenía una pequeña ciudad (hoy las calles principales de Cardo y Decumanus) con cuatro puertas de entrada a la muralla, una en cada fachada, que permiten la entrada al recinto. Al Norte, la Porta Aurea (Oro), donde puede visitarse el Museo Municipal, dentro del Palacio Papalić. Cerca de la segunda puerta, la Porta Argentea (Plata), se encuentra el Monasterio Dominico del siglo XIII. En la Porta Ferrera (Hierro) el Palacio Cindro, de estilo barroco y los sótanos del palacio. Finalmente, la Porta Aenea (Marítima), la más pequeña de todas y en la parte sur, fue probablemente utilizada en su día para el acceso del emperador hacia los botes o para introducir las mercaderías que llegaban desde el mar.

El Mausoleo ha sido suplantado por la actual Catedral de Split que cuenta con una torre de 183 escalones que permite disfrutar de las mejores vistas de la ciudad. Para los fans de Juego de Tronos, aquí es donde Daenerys entrenó a sus dragones. Además, por las noches, la plaza principal del Palacio de Diocleciano cobra vida y se llena de luces y música en vivo. Otras recomendaciones a la hora de visitar Split es recorrer el Paseo Marítimo, lleno de cafés y restaurantes, y disfrutar de la brisa y el olor de salitre. A pocos metros se encuentra la plaza Republike; la iglesia románica de San Lorenzo o la Plaza Popolo. Sin duda esta urbe es el lugar ideal para perderse ya que sus calles son interminables laberintos que mezclan diferentes estilos arquitectónicos. Veli Varos es el humilde "barrio campesino" al oeste del Palacio de Diocleciano. Construido alrededor del siglo XVII es el lugar perfecto para escapar de las multitudes y disfrutar de la comida local.