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Córcega

La isla de la belleza

Su agitada historia es peculiar. Cuando llegaron los griegos la llamaron Kallisté que significa “la más sublime”. Para los franceses era Île de Beauté, es decir, isla de la Belleza; y los italianos recuerdan que fue genovesa hasta el año 1768, momento en que fue vendida a Francia. Aquí no hay grandes cadenas hoteleras, ni bloques de edificios construidos en primera línea. No hay McDonald’s ni turismo de masas. Algunos lo considerarán un atraso, pero muchos otros el paraíso perdido. Desde luego todavía conserva y se mantiene fiel a su propia identidad. ¡Y sigue siendo una isla divertida!

La ocupan menos de 300 mil habitantes en una superficie de 8.600 kilómetros cuadrados. De Córcega puede decirse que es como una montaña que asciende del mar, ya que tiene montes que superan los 2000 metros de altura. Además, su patrimonio natural es único. Para circular por esta isla habrá que sortear rebaños de cerdos que tienen prioridad de paso en las carreteras secundarias, así como a un grupo de vacas. La UNESCO ha declarado muchas de sus riquezas naturales Patrimonio de la Humanidad. La isla es un lugar ideal para los amantes de la naturaleza ya que ofrece múltiples rutas de senderismo. Entre ellas la famosa GR 20 que cruza la isla de noroeste a sureste recorriendo el corazón del Parque Natural, y tiene 15 etapas. Pero además hay múltiples excursiones, tanto culturales como con itinerarios temáticos, que descubren el interesante pasado corso. Pueden seguirse incluso las huellas de Napoleón Bonaparte y de Pasquale Paoli. Pero no hay que dejar de lado la gastronomía y la artesanía típica de Córcega. En esta isla del Mediterráneo los artífices realizan navajas, aceites o también objetos de coral rojo. Además, Córcega es también tierra de vinos, de aceite de oliva, de quesos y de charcutería, muchos de sus productos con propia Denominación de Origen y que serán las delicias de los viajeros más exigentes.