Los viajeros que eligen la India como destino siempre regresan con la imagen del Taj Mahal en la retina y con los sonidos de Nueva Delhi grabados en la mente. Y es que para vivir una auténtica experiencia viajera en este gran país, el bullicio y el ajetreo de sus ciudades se perfila como un ingrediente indispensable.
La gran capital de la India, Delhi, es una gigantesca ciudad de casi 20 millones de habitantes, que todos los días, desde que sale el sol hasta bien entrada la madrugada, bulle de actividad comercial, social y religiosa. Suele constituir la puerta de entrada al país para la mayoría de los viajeros, y por lo tanto es el lugar donde los visitantes obtienen su primera imagen de la India. Nueva Delhi es un crisol de culturas, de aromas, de colores, de sensaciones… El tráfico, los bazares, los comerciantes, los místicos y los charlatanes generan un bullicio que, al cabo de un rato, deja de ser molesto y se convierte en la banda sonora de un viaje inolvidable. Algunos de los lugares más emblemáticos de la capital son el Fuerte Rojo, un imponente edificio mitad palacio y mitad fortaleza construido por el sultán Shah Jahan en 1638; la mezquita Jama Masjid, que es la más grande del país y que puede albergar a 25.000 personas en su patio central; el Memorial de Mahatma Gandhi, una gran losa de mármol negro llamada Raj Ghat; el Templo de los sikh, que recibe el nombre de Gurdwara Bangla Sahib; el Qutub Minar, un alminar de ladrillo que tiene el honor de ser el más alto del mundo, y el animado y divertido barrio de Chandni Chowk, lleno de tiendas y puestos callejeros. Por supuesto, hay muchas otras ciudades que merece la pena visitar en la India, ya sea por su colosal tamaño y ensordecedor bullicio, o por la belleza de sus templos, monumentos y fortalezas. Jaipur y Agra constituyen, junto con Nueva Delhi, el llamado ‘Triángulo de Oro de la India’, por ser las aglomeraciones urbanas más destacadas del norte del país. La primera es la capital del estado de Rajasthan, y cuenta con numerosos puntos clave, como el Fuerte Amber, el Palacio de los Vientos o el Templo de Birla, mientras que la segunda es la ciudad en la que se levanta el majestuoso, impactante e inolvidable Taj Mahal. En Agra también se halla el Fuerte Rojo (no confundir con el de Delhi), que es el segundo enclave más popular de la ciudad. Benarés, o Varanasi, es la ciudad sagrada del país, y en ella, a orillas del Ganges, se pueden contemplar los rituales ancestrales de cremación de los hindúes fallecidos. Ahmedabad, o Karnavati, alberga una de las residencias de Gandhi (Sabarmati Ashram), y cuenta con un bonito lago llamado Kankaria. La ciudad portuaria de Surat es una de las más modernas de la India, y se encuentra en la costa occidental del país. En ella destacan el Lago Gopi Talav, la playa de Dumas y un interesante jardín botánico llamado Sneh Rashmi Botanical Garden. Tampoco debemos olvidar otras ciudades como Kanpur, con su espectacular J.K. Temple; Hyderabad, con su curioso Lago Hussain Sagar, su Mezquita Charminar y su Fortaleza Golconda; Pune, ciudad famosa por su Palacio del Agan Khan y por los fuertes de Sinhagad y Shaniwar Wada; Nagpur, en la que se halla el monumento de Deekshabhoomi, sagrado para los budistas, y Lucknow, donde se pueden visitar las monumentos de Chhota y Bara, llamados imambaras, así como la célebre puerta de entrada -o Gateway- de Rumi Darwaza.