Desde el castillo del Conde Drácula al bello palacio neorrenacentista de Peles, Rumanía está llena de magníficas construcciones impregnadas de la historia del país, y que nos transportan a través de leyendas y mitos hasta los tiempos de los caballeros teutónicos.
De todos los castillos, palacios y fortalezas medievales que se pueden visitar en Rumanía, el Castillo de Bran es, seguramente, el más popular y fotografiado. ¿Por qué? Muy sencillo: porque, según la leyenda, fue el lugar donde vivió el Conde Drácula. Al menos, es en esta imponente construcción, levantada en lo alto de una roca de 200 metros de altura, donde Bram Stoker situó la acción de su terrorífica novela. Sin duda, el Castillo de Bran es un punto de visita obligado para los viajeros que realicen la Ruta de Drácula por la región rumana de Transilvania, así como para aquellos que pasen por la ciudad de Brasov. Sin embargo, no es, ni mucho menos, el único castillo que merece la pena parar a conocer… El de Peles, por ejemplo, es una auténtica maravilla para los sentidos, y su arquitectura de estilo neorrenacentista con toques sajones nos hace viajar en el tiempo y soñar con aventuras y memorables batallas. La ciudadela de Rasnov, al sur de la ciudad del mismo nombre, y el castillo de Pelisor, junto al de Peles, completan el póquer de ases de las construcciones medievales rumanas más destacadas. Un póquer que nos dará la oportunidad de disfrutar a lo grande de la arquitectura del país, de su enorme patrimonio histórico, y de la magia y el misterio que nos transmiten sus castillos.