Es fácil que, cuando nos hablan de Noruega, enseguida nos vengan a la cabeza los fiordos. Esta peculiar formación natural te asegura paisajes sublimes, con granjas rodeadas de espesos bosques y escarpadas paredes de roca que se lanzan de forma abrupta hacia unas aguas muy profundas que se serpentean en la costa. Noruega tiene tal cantidad de fiordos que podrías pasarte meses explorándolos y no te cansarías nunca. ¿Te atreves a recorrer este paisaje emblemático?
En la larga lista de fiordos noruegos, hay algunos que no puedes perderte por nada del mundo. En tu inevitable selección no te olvides de incluir el Sognefjorden, el segundo fiordo más largo del planeta -¡tiene 203 kilómetros!- y el más profundo de toda Noruega -con zonas donde el agua alcanza los 1.308 metros-. Si miras el mapa del país, este fiordo crea ese pronunciado surco que verás al oeste. Un paseo en barco por sus aguas es una experiencia excepcional. ¡Algunas de sus paredes verticales miden un kilómetro! Los paisajes noruegos no se limitan a los fiordos. Nada más lejos de la realidad. Tu cámara de fotos va a echar humo porque vas a encontrar mil y un lugares de postal. Uno de ellos se llama Trolltunga y es una plataforma rocosa suspendida sobre el vacío por encima del lago Ringedalsvatnet. Para llegar hasta allí y poder disfrutar de una de las mejores vistas del país, tendrás que ponerte un calzado cómodo y gozar de la ruta, porque hay que caminar unos 27 kilómetros… Si prefieres hacer menos esfuerzo para conseguir buenas vistas, una excelente opción es visitar el Cabo Norte, que se promociona como el punto más septentrional del continente. Eso sí, la zona asegura un paisaje precioso, especialmente entre mediados de mayo y finales de julio, cuando el sol no se oculta tras el horizonte y hay luz las 24 horas del día. Dedícale tiempo a disfrutar del momento, con las aguas del mar chocando contra las rocas 300 metros más abajo y la bruma dándole un ambiente especial a la zona.