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Glasgow

Vanguardia y tradición en Escocia

En el año 80 a.C. se asentó en esta tierra un campamento romano, aunque las referencias más fiables de la ciudad aparecen en el siglo VI de la mano de una comunidad religiosa. Como sucede con otras localidades su ubicación en el río Clyde le permitió convertirse en un importante puerto comercial sobre todo en la revolución industrial y con posterioridad, gracias a sus astilleros.

Como sucedió con esa industria, en muchos otros lugares la crisis económica llevó al paro a muchos de sus trabajadores. Llegó a ser una ciudad deprimida. Sin embargo, en los últimos años ha conseguido regenerarse. Han abierto nuevos locales con diseño moderno, proliferan los clubs, los pubs, las tiendas, galerías y escenarios musicales. Y así es como poco a poco Glasgow se ha convertido en una ciudad vanguardista y moderna. Uno de sus barrios más característicos es Glasgow West End donde vale la pena perderse por el victoriano parque Kelvingrove. Rodeándola está la Universidad de Glasgow, una de las más prestigiosas del país pues en ella han estudiado ¡hasta cuatro premios Nobel! También se puede visitar el jardín Botánico de la ciudad, donde está el invernadero Kibble Palace. Yendo hacia el centro veremos la catedral del gótico medieval donde está la tumba del patrón de Glasgow, San Mungo. Y cerca de aquí hay una necrópolis de 15 hectáreas de terreno. Es imprescindible conocer el ayuntamiento, conocido como City Chambers, de estilo renacentista italiano. Por lo que respecta al arte, los mejores artistas contemporáneos del mundo exhiben sus obras en la galería de Arte Moderno. Pero también por las calles de Glasgow se pueden ver arte en sus distintas expresiones. Hay que recordar que la arquitectura modernista de Charles Rennie Mackintosh dejó huella en numerosos edificios. Tanto es así que existe un tour para conocer sus mejores obras. El Clyde Auditorium, el The SSE Hydro, son obras de Norman Foster que merecen ser contempladas y el espectacular museo Riverside, diseñado por la arquitecta anglo-iraquí Zaha Hadid, bien vale una visita. Si el hambre aprieta podemos acercarnos al Merchant Square. Hay que probar el abundante brunch escocés a base de bacón, salchichas, huevos revueltos, tostadas y judías caseras. Y al anochecer ¿qué tal una copa de la bebida nacional? Démosle un sorbo a un buen whisky.