Los amantes del surf y otros deportes acuáticos, los enamorados que desean pasear cogidos de la mano, las familias que buscan una playa tranquila en la que pasar el día, los aficionados a la fotografía, los que simplemente quieren regresar de su viaje con un bronceado envidiable… Todo el mundo encuentra una razón de peso para dedicar parte de su tiempo a las playas de Sri Lanka.
Vista en un mapa, Sri Lanka puede parecer un país pequeño -su superficie es aproximadamente el doble de la de Cataluña-, pero no debemos olvidar que se trata de una isla, y que, por tanto, todo su territorio está rodeado de agua. Concretamente, estamos hablando de más de 1.300 kilómetros de costa, bañados por las deliciosas aguas del Océano Índico.
Esto propicia que a lo largo de toda esa línea de costa podamos encontrar playas de todo tipo. La arena de algunas es blanca y fina, mientras que otras la tienen dorada y algo más gruesa, como las del Mediterráneo. En algunas el mar es bravo y arroja vigorosas olas contra la orilla, mientras que en otras el agua es como una balsa de aceite. En algunas se respira un ambiente festivo, están llenas de gente que busca divertirse y se encuentran rodeadas de establecimientos donde comer, beber o bailar, mientras que otras son tan tranquilas y silenciosas que transmiten la sensación de no haber sido pisadas antes por nadie.
Precisamente por su oleaje, las playas de Sri Lanka se han convertido, de un tiempo a esta parte, en toda una meca mundial del surf. Los aficionados a este deporte -así como los amantes del windsurf o del kitesurf- acuden cada año a esta isla para disfrutar cogiendo las olas del Índico. Y quienes prefieran actividades más tranquilas, siempre pueden optar por los paseos en kayak, el esnórquel, el submarinismo o, sencillamente, disfrutar de un día de playa entre el agua y la arena.