En Suiza podemos encontrar lagos para todos los gustos: los hay pequeños y los hay enormes; los hay perdidos entre las montañas y los hay integrados en un entorno urbano; los hay muy populares y visitados, y los hay prácticamente vírgenes…
El Lago Leman, por ejemplo, también conocido como lago de Ginebra, es el mayor lago de Europa Occidental y se encuentra entre Francia y Suiza. El lago recibe el agua del Ródano en su extremo este, y se la devuelve por su extremo oeste. En la costa suiza del lago se encuentran ciudades como Ginebra, Lausana, Vevey, Montreux y Nyon y enclaves como el Castillo de Chillon, y la famosa villa Diodati. En el lado francés destacan Thonon-les-Bains, Yvoire, Évian-les-Bains, la playa de Excenevex y el Castillo de Ripaille. Por su parte, el lago Oeschinen es un lago alpino virgen, ubicado a 1578 m de altura, que se alimenta de los riachuelos generados por los glaciares. El lugar es un paraíso para los amantes del agua, la naturaleza y el senderismo. A él se puede acceder por medio de un teleférico. Esta masa de agua está ubicada a la entrada de un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. También destaca el Lungernsee, un lago de montaña muy popular entre los senderistas y pescadores, y también entre los balandristas y los surfistas. Las aguas del lago, de color verde esmeralda, atraen, tanto a los excursionistas, como a los aficionados a la naturaleza. Se trata de una zona importante de descanso y ocio. En invierno, desde Lungern se pueden hacer excursiones a pie o con raquetas de nieve y en verano uno puede bañarse en la pequeña playa de Lungern. En sus alrededores hay muchos caminos panorámicos.