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Toulouse

La ciudad rosa

Toulouse es asimismo una metrópoli con un importante patrimonio arquitectónico y artístico que se ha sabido preservar con el tiempo. Descubrir su centro histórico repleto de palacios renacentistas es un auténtico placer. Estas mansiones edificadas en el siglo XVI por ricos mercaderes son la prueba de su periodo de más esplendor. Fue durante el Renacimiento, en la época del comercio del pastel, una planta de tinte que entonces se cultivaba en las llanuras de los alrededores de Lauragais.

Toulouse fue el epicentro del comercio de la única hierba disponible en Europa que producía el pigmento azul. Toda una fuente de riqueza para la industria textil y los artistas. De hecho, parte de la Catedral de Albi contó con la financiación de los mecenas llamados “pasteleros”. Entre los edificios más bellos construidos en aquella época destacan el palacio de Assezat, que en la actualidad alberga la fundación Bemberg; el palacio de Bernuy, con su torre octogonal; el palacio de Viejo-Raisin; el palacio de Clary o el palacio de Pierre. Pero más allá de su historia, las calles de Toulouse están llenas de vida. En el centro histórico las invaden un gran número de cafés y tiendas que invitan a entrar. Los amantes de la noche también se verán satisfechos ya que disponen de una gran cantidad de restaurantes, teatros, salas de espectáculo, bares, pubs y discotecas para conocer. Además, en cuanto cae el atardecer las luces realzan la belleza del patrimonio de esta ciudad y los edificios, monumentos y mansiones se engalanan con una iluminación artística. Toulouse vive ahora orientado al futuro y a la innovación. Por eso también es recomendable visitar su centro aeronáutico y el centro espacial que la han convertido en la Ciudad del Espacio por sus múltiples exposiciones interactivas y espectáculos.