A pesar de su gran extensión, no es una isla muy poblada. Su capital, San Juan de Terranova, es el núcleo con más habitantes así como el punto de partida para muchos visitantes que se animan a adentrarse en el lado salvaje de Canadá. Su economía se basa principalmente en la pesca y, en los últimos años, se ha sumado el petróleo como importante fuente de ingresos para la provincia.

El turismo que llega a este fascinante rincón del mundo lo hace atraído principalmente por las ballenas y los icebergs. El avistamiento de cetáceos en su hábitat natural es uno de los grandes atractivos de la zona así como navegar entre sus imponentes icebergs. Hay barcos y excursiones que se dedican a llevar turistas a contemplar este magnífico espectáculo de la naturaleza. Terranova ofrece, además de su encanto marítimo, un auténtico festival para los sentidos en sus zonas interiores. Solitarios pueblecitos de pescadores, aislados faros sobre acantilados y fantásticos paisajes son visitas altamente recomendables en la zona. Terranova cuenta con dos parques naturales de renombre, el Parque Nacional de Terranova, en el que practicar multitud de actividades al aire libre y el Parque Nacional de Gros Morne, en la zona oeste y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Navegar entre sus fiordos contemplando los acantilados y la variada fauna es uno de los placeres que ofrece esta zona. La isla fue uno de los primeros lugares a los que llegaron los navegantes europeos en busca del nuevo continente. Como curiosidad, la distancia que separa Terranova del Reino Unido es menor que la que separa la isla con la costa oeste de Canadá. Además, frente a sus costas fue donde su hundió el Titanic por lo que la isla fue el primer sitio en recibir la noticia de la tragedia.