Las maravillas que ver en Polonia son muchas. Pasear por las ciudades polacas, caminar por los senderos que salen de sus aldeas, contemplar los paisajes que nos regalan sus espacios naturales y recorrer los pasillos de sus innumerables museos es, en el fondo, la misma actividad: disfrutar de un país lleno de sorpresas, donde todo es emocionante y bello, y en el que a cada paso encontramos una cita con la historia.
Polonia es una maravillosa nación que vive inmersa en una curiosa paradoja: por un lado, la historia del país está triste e inevitablemente unida a los sangrientos episodios allí acontecidos durante la Segunda Guerra Mundial y a lo largo de las siguientes décadas, cuando este país estuvo bajo la influencia de la Unión Soviética, al otro lado del llamado “telón de acero”. Y, por otro, Polonia es, cada día más, un país moderno, dinámico y abierto no solo a Europa, sino al mundo entero. Un país alegre, divertido, lleno de actividad comercial, social y financiera y con la mirada puesta en el futuro.
Esta paradoja entre lo oscuro de su pasado y lo brillante de su futuro se materializa en la animada vida de las ciudades que ver en Polonia, como Varsovia, Cracovia, Katowice, Lublin, Wrocław, Poznan, Gdańsk o Lodz. En todas ellas se respira ese espíritu renovador y nostálgico a la vez, y en todas ellas se pueden visitar lugares de belleza sobrecogedora, museos de un interés sobresaliente y monumentos de un valor histórico incalculable.
También la naturaleza polaca tiene mucho que decir y, por supuesto, mucho que ofrecer al viajero ávido de experiencias. Un total de 23 parques nacionales hacen, a día de hoy, las delicias de los amantes de los espacios naturales y de la fauna y la flora silvestre. Toda la geografía polaca está, además, salpicada de pintorescos lugares que constituyen agradabilísimas sorpresas para el visitante, como las plazas del mercado de distintas ciudades, los centros históricos de varias poblaciones y otros enclaves como la mina de sal de Wieliczka, tan espectacular como sobrecogedora.