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Contrastes de la capital

La apertura del país y la laxitud del Islam (la religión más practicada) han permitido la entrada de ideas y corrientes progresistas al país. Las tradiciones mantienen a la población arraigada al pasado, pero, después de vivir la Primavera Árabe, sus gentes se abren al progreso y a la tolerancia más occidentales.

Todo esto puede comprobarse nada más pisar Túnez capital. En la ciudad podremos ver algunas chicas con minifalda y otras con burka, hombres rezando rigurosamente a la hora exacta y otros manteniendo animadas charlas en los cafés de la ciudad. Su patrimonio también se encuentra dividido entre estas dos dualidades: la medina (ciudad vieja) y la Ville Nouvelle (ciudad nueva). La primera es la más antigua y en ella podremos apreciar un caótico entramado de callejuelas repletas de tenderetes de venta de objetos de diversa índole, rodeando la conocida mezquita del Olivo, el edificio más antiguo de la capital. La segunda fue construida al más puro estilo parisino con amplias y bien alineadas calles que concentran los edificios más importantes de la ciudad. Entre toda esta amalgama de cualidades Túnez se rendirá bajo nuestros pies nada más llegar a ella. Desconocida y cercana al mismo tiempo, la capital dejará que descubramos sus lugares, tradiciones y gentes con aires de asomo y alegría a partes iguales.