¿Quieres viajar de la manera más cómoda y sencilla a uno de los países más grandes y complejos del mundo? pues echa un vistazo a estos circuitos a China que hemos organizado para ti, el país del gran imperio. Recorridos de entre 9 y 15 día, tú eliges el que más te convenga y cuánto quieras visitar de este maravilloso estado. Su Muralla China, la Ciudad Prohibida, la moderna Shanghai y naturaleza desbordante es lo que te ofrecerá China en cualquiera de los circuitos que a continuación te proponemos.
Viajar a China no es algo que hagamos todos los meses. Ni siquiera todos los años. De hecho, lo normal es que, con suerte, podamos visitar este gran país solamente una vez en la vida.Por ello, es esencial que conozcamos el destino a la perfección, y que sepamos qué y cuándo vamos a encontrarnos para, así, poder saborear cada instante y abrazarlo con fuerza. Solo de esa manera podremos retenerlo por siempre en nuestra memoria viajera.
Los contrastes que nos ofrece China marcarán nuestro viaje, porque un país de estas dimensiones está repleto de imágenes y de emociones que parecen contradecir lo que acabamos de ver o de sentir. Sin embargo, cuando nuestro gran viaje termine y volvamos a casa, nos daremos cuenta de que todo eso que parecían contradicciones no lo son. Ni siquiera son paradojas, ni caprichos de la historia o de la geografía. Todo lo que hemos visto y vivido son, en realidad, las piezas de un puzzle enorme, intenso e inolvidable. Un puzzle llamado China.
La gran capital de China, Beijing, es una gigantesca ciudad que resume bastante bien una parte del espíritu del país: bullicio, actividad constante, dinamismo y ajetreo pero, al mismo tiempo, cierta dosis de tradición y de costumbres ancestrales en sus habitantes, reservados pero amables a la vez. Más de 20 millones almas duermen cada noche en este insólito lugar, que constituye la puerta de entrada para la mayoría de los viajeros que visitan China. El recorrido por Beijing debería, en cualquier caso, pasar por la Ciudad Prohibida, cuyo nombre oficial es Museo del Palacio Imperial, un impresionante complejo palaciego formado por salones, jardines y pabellones, que ocupan una superficie total de 72 hectáreas. El conjunto está rodeado por un foso, y el palacio interior cuenta con más de 9.000 habitaciones, lo que lo convierte en el complejo imperial más grande y mejor conservado de China. En ese recorrido tampoco debería faltar una visita a la Plaza de Tiananmen, llamada realmente Plaza de la Puerta de la Paz Celestial. Esta inmensa y célebre plaza ocupa más de 400.000 metros cuadrados, y en ella se encuentran algunos de los edificios más importantes de China: el Gran Palacio del Pueblo, que es la sede de la Asamblea Nacional Popular, el Museo Nacional de Historia y de la Revolución, la Torre de Tiananmen, el Monumento a los Héroes del Pueblo, la Puerta de Zhengyangmen, y el Mausoleo de Mao Zedong.
Al sur de la Ciudad Prohibida está otra de las visitas imprescindibles de Beijing: el Templo del Cielo, que data del año 1420 y es el mayor santuario de China. De todas las construcciones que lo forman, la más famosa es el Pabellón por la Oración de la Buena Cosecha. No muy lejos de él se halla el Parque Jingshan, una colina artificial llena de jardines y ejemplos de arquitectura tradicional, desde la que se tienen unas maravillosas vistas de la Ciudad Prohibida y de buena parte de Beijing. El Palacio de Verano, a 12 kilómetros del centro, es también muy interesante; resulta un auténtico placer perderse por sus palacios, pabellones, jardines, teatros y puentes. Mención especial merecen los edificios construidos para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, como el Estadio Nacional, también conocido como “Nido de Pájaro”, o el Centro Acuático Nacional, llamado comúnmente “El Cubo de Agua”, porque parece un enorme cubo formado por burbujas de agua. Además de todos los edificios y monumentos de Beijing y sus alrededores, está una de las grandes visitas de cualquier viaje a China: la Gran Muralla. Se trata de la mayor atracción turística de China, y una de las siete Maravillas del Mundo, además de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1987.
Hay que desplazarse hasta el extremo oriental del país para visitar Shanghai, el centro económico y comercial de la República Popular China y uno de los puertos más grandes del mundo. Con sus más de 20 millones de habitantes, Shanghai es la ciudad más poblada de China, además de la más cosmopolita y abierta. Tiene la peculiaridad de no formar parte de ninguna provincia, sino que depende directamente del gobierno central. Ese estatus de municipio administrado directamente por el poder central solo lo tienen Beijing, Tianjin, Chongqing y, por supuesto, Shanghai.
Esta es una ciudad en la que predominan los contrastes: por una parte, hay un sinfín de gigantescos rascacielos de corte futurista, sobre todo en la zona de Pudong, el distrito financiero. Y, por otra, están los bonitos y pintorescos vestigios de su pasado histórico. Buen ejemplo de los primeros es la Torre de Televisión Perla Oriental, uno de los elementos más característicos del skyline de Shanghai. Por su parte, el malecón de la ciudad, denominado Bund, representa estupendamente al segundo grupo. Está situado a orillas del río Huangpu, que es una ramificación del Yangtsé, y es un paseo de un kilómetro y medio que conserva un buen número de bellos edificios de estilo colonial.
Un recorrido completo por Shanghai debería pasar por los Jardines Yuyuan, al norte de la zona metropolitana, uno de los lugares más bellos y con más historia de la ciudad; por el Templo del Buda de Jade, que alberga dos enormes esculturas de Buda talladas en esa piedra de color verde intenso, y por Xintiandi, un barrio de casas tradicionales restauradas que ahora alberga tiendas, restaurantes y cafés. Si el tiempo no apremia, siempre se puede ampliar el paseo al Gran Teatro de Shanghai, el barrio francés, la Plaza del Pueblo, el Museo de la Ciudad, el Museo de Arte de Shanghai o el espectacular Centro de Exposiciones de Urbanismo.
Hablar de Xi’an es hablar de los guerreros de terracota, de eso no hay duda. Gracias a la macroexposición itinerante que recorrió medio mundo hace varias décadas, todos tuvimos la oportunidad de ver unos cuantos de estos insólitos soldados de piedra. Pero nada tiene que ver aquella experiencia con la de contemplarlos todos juntos, acompañados de sus caballos y carros de guerra… Xi’an es una de las ciudades más antiguas de China, y está considerada poco menos que la cuna de esta civilización. Fue la capital del imperio chino para doce dinastías diferentes, formó parte esencial de la legendaria Ruta de la Seda, y puede presumir de tener una historia de más de 3.000 años. Hoy en día, sigue siendo una de las grandes ciudades del país, cuenta con más de 7 millones de habitantes, es la capital de la provincia de Shaanxi, y constituye una visita casi obligatoria en cualquier viaje a China. Pero volvamos a los guerreros de terracota: este singular ejército está constituido por más de 7.000 soldados tallados en piedra a tamaño real, cada uno con sus propios rasgos, y acompañados por un gran número de corceles y carros de guerra. Fue el emperador Qinshihuang quien mandó construir este ejército para que le acompañase en la otra vida, pero quiso el destino que su mausoleo quedara olvidado y oculto durante más de 2.000 años, hasta que fue descubierto por casualidad en 1974. Hoy, se pueden visitar tanto el Museo de Guerreros y Corceles de Terracota como las excavaciones adyacentes, en las que no se descarta que aparezcan aún más restos. Como era de esperar, este lugar fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987.
Además del mausoleo del emperador Qinshihuang y su ejército de terracota, Xi’an cuenta con muchos otros atractivos, entre los que destacan la Gran Pagoda de la Oca Salvaje, un bellísimo templo budista de 64 metros de altura que data del siglo VII, la gran muralla antigua que rodeaba la ciudad, y la Gran Mezquita del Barrio Musulmán, un recinto del siglo VIII de 13.000 metros cuadrados.