
China: China clásica y crucero por el río Yangtze
Una forma distinta de conocer China
Conoce el viajeChina: China clásica y crucero por el río Yangtze
- Duración
- 13 días
- Tipo de circuito
- Circuito


Un viaje que incluye traslados en avión, transporte por carretera, paseos a pie y un crucero por las aguas de un río solo puede terminar de una manera: a lo grande. Y es que esta gran aventura te llevará a conocer las ciudades más bellas e interesantes de China, como Beijing, Xi’an, Chongqing y Shanghái, pero además te permitirá navegar por las aguas del increíble Yangtsé, pasando varias noches a bordo del barco.
"Beijing, Xi’an, Chongqing y Shanghái, cuatro ciudades espectaculares, y un crucero por el Yangtsé, el río que marcará un antes y un después en tu viaje"
He aquí uno de esos viajes que consiguen, de una pasada, tocar todos los puntos clave de un destino, y hacerlo además de la forma más especial posible. En Beijing, nada más llegar, podrás conocer de primera mano los lugares más emblemáticos de la capital de China: la Ciudad Prohibida, la Plaza de Tiananmen, el Parque Olímpico, el Palacio de Verano y el Templo del Cielo. También, por supuesto, a poca distancia de la ciudad, podrás ver y tocar una de las siete maravillas del mundo: la Gran Muralla China. Pero eso no es todo, después de Beijing irás a Xi’an, donde te aguarda el más insólito ejército que nunca has visto. Hablamos de los guerreros de terracota, que se cuentan por miles y que estuvieron durante 2.000 años ocultos bajo tierra. A continuación, será el momento de embarcar en un crucero y surcar las aguas del legendario río Yangtsé, hasta llegar a la imponente presa de las Tres Gargantas. Antes de volver a casa para contarle a todo el mundo las maravillas que has visto, una breve pero intensa estancia en Shanghái, la ciudad más poblada de China y una de las más dinámicas y divertidas del planeta.
Emociones nuevas en tu viaje
La historia de Beijing se remonta varios siglos atrás. Ya en el siglo XV la Dinastía Ming estableció en ella la capital del imperio, y en la actualidad quedan algunos vestigios de este pasado imperial. Es el caso del Templo del Cielo, construido en 1420 y que aún hoy es el mayor santuario de China. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998, está situado al sur de la Ciudad Prohibida, y está formado por varias construcciones. La más conocida de ellas es el Pabellón por la Oración de la Buena Cosecha, de planta circular y con un interior maravillosamente recargado.
Partiendo desde la Ciudad Prohibida, el paseo se puede extender hasta el Parque Jingshan, situado al norte del conjunto palaciego. El centro del parque es una colina artificial construida siglos atrás con el material que sobró al cavar los fosos que rodean la Ciudad Prohibida. Está llena de jardines y ejemplos de arquitectura tradicional. Además, al ser el punto más alto de Beijing, en un día claro se puede disfrutar desde allá arriba de una maravillosa perspectiva de la Ciudad Prohibida y de Beijing bajo nuestros pies. El Palacio de Verano, el lugar de descanso de la Familia Imperial, es también una visita imperdible que, hecha con calma, bien puede llevar buena parte del día. Está situado a unos 12 kilómetros del centro de Beijing. En una extensión de unas 300 hectáreas entre el lago Kunming y la Colina de la Longevidad, se encuentran una serie de palacios, pabellones, jardines, teatros y puentes entre los que será un placer perderse. El conjunto que forma el Palacio de Verano fue construido en 1750, durante el reinado de la Dinastía Qing, y sufrió varias remodelaciones con posterioridad. Igual que el Templo del Cielo, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998. Si en tu visita a Beijing todavía queda tiempo, puedes acercarte hasta las tumbas de la Dinastía Ming, situadas a unos 50 kilómetros de la ciudad. El conjunto de mausoleos rodeados de jardines forma una bellísima necrópolis de unos 40 kilómetros cuadrados en la que están enterrados trece emperadores.

Al igual que ocurrió con Barcelona en 1992, la celebración de unos Juegos Olímpicos supuso para Beijing en 2008 una remodelación profunda de la ciudad. Desde varios años antes, la ciudad se esforzó en modernizar sus infraestructuras y no escatimó en presupuesto para crear algunas de las construcciones deportivas más fascinantes y modernas que hoy podemos encontrar en la ciudad, en China y, por qué no decirlo, en todo el mundo. Entre todas ellas destacan el Estadio Nacional, también conocido como Nido de Pájaro por su aspecto (un enorme enrejado de acero), diseñado por el estudio de arquitectura Herzog & de Meuron; o el Centro Acuático Nacional, proyectado por el estudio PTW Architects, y que parece un enorme cubo formado por burbujas de agua. Además, para hacer frente a la masiva visita de público y medios de comunicación, el Aeropuerto Internacional de Beijing fue ampliado con una tercera terminal firmada por Norman Foster, y se amplió considerablemente la red de metro. Se considera que los Juegos Olímpicos de Beijing fueron los más costosos jamás celebrados en la historia.
La Ciudad Prohibida, cuyo nombre oficial es Museo del Palacio Imperial, es uno de los principales atractivos de todo Beijing. Se calcula que unos ocho millones de turistas visitan cada año este impresionante complejo palaciego formado por salones, jardines y pabellones. Las diversas construcciones que conforman la Ciudad Prohibida cubren una superficie de 72 hectáreas y el conjunto está rodeado por un foso de 52 metros de ancho y seis de profundidad, y una muralla. El palacio cuenta con más de 9.000 habitaciones y es el complejo imperial más grande y mejor conservado de China. La Ciudad Prohibida se denomina así porque a ella solo podían acceder los miembros de la familia imperial y la corte. El resto de los mortales tenía prohibido el paso, a menos que contaran con un permiso especial y muy difícil de conseguir. El complejo fue construido por Yong Le, tercer emperador de la Dinastía Ming, entre 1406 y 1420. Desde entonces y hasta 1911, con el final de la Dinastía Qing, fue la residencia oficial de los emperadores chinos. En ella vivieron 24 monarcas.
La Ciudad Prohibida se divide en dos: la Corte Exterior, que era la zona empleada para propósitos ceremoniales, y la Corte Interior, donde vivía el emperador y su familia. De las 980 construcciones que forman el complejo del palacio, las más impresionantes y visitadas son el Salón de la Armonía Suprema, que alberga el impresionante trono del emperador, y servía de escenario para las ceremonias más solemnes, el Salón de la Armonía Central y el Salón de la Armonía Conservada.

China, oficialmente denominada República Popular China, es, con casi 9,6 millones de kilómetros cuadrados, el tercer país más extenso del mundo, y el más poblado: cuenta con casi 1.400 millones de habitantes, unas 30 veces la población de España. En Beijing, su capital, viven más de 12 millones de almas. Históricamente ha sido el centro político y cultural del país, y actualmente es una megalópolis con una altísima densidad de población que se satura durante las horas punta, pero por suerte cuenta con una extensa y moderna red de transportes. Posee dos aeropuertos, 19 líneas de metro, una moderna red de ferrocarril para moverse tanto por la ciudad como por el resto del país y una flota de 20.000 autobuses circulando. Beijing es muy plana y tradicionalmente sus habitantes se han movido mucho en bicicleta, aunque el aumento del tráfico en los últimos años ha hecho que también sea cada vez más peligroso utilizar las dos ruedas.
La Plaza de Tiananmen –o Plaza de la Puerta de la Paz Celestial en español- es el centro político y geográfico de la ciudad de Beijing, y ha tenido mucho protagonismo en diferentes momentos de la historia de China. Desde esta plaza se accede a la Ciudad Prohibida a través de la Puerta de la Paz Celestial, de ahí el nombre de la plaza. Al llegar, lo primero que llama la atención de los viajeros es su inmensidad: mide 880 metros de norte a sur y 500 de este a oeste. En total, 440.000 metros cuadrados que dejan sin aliento. No en vano, la de Tiananmen es una de las plazas más grandes del mundo.
En Tiananmen se alzan algunos de los edificios más importantes de China. A un lado, el Gran Palacio del Pueblo, sede de la Asamblea Nacional Popular, el mayor órgano legislativo del país. Al otro, el Museo Nacional de Historia y de la Revolución. Ambas construcciones tienen un estilo muy sobrio. En la Plaza también encontramos la Torre de Tiananmen, que data del siglo XVII; el Monumento a los Héroes del Pueblo, un sobrio obelisco edificado en la década de 1950 para honrar a los mártires de la revolución; la Puerta de Zhengyangmen, construida en el siglo XV, que daba acceso a la ciudad de Beijing a través de la antigua muralla, hoy desaparecida; o el Mausoleo de Mao Zedong, donde descansa el cuerpo embalsamado del fundador de la República Popular China. La plaza ya existía en el siglo XIV, y estaba destinada a la celebración de actos públicos. Con el triunfo de la Revolución China, en 1949, se amplió la plaza con el fin de contar con un espacio adecuado para celebrar actos solemnes en la nación recién nacida. El simbolismo de la Plaza de Tiananmen es grande para los chinos: en ella proclamó Mao Zedong, el 1 de octubre de 1949, la República Popular.

La Plaza de Tiananmen fue testigo mudo de uno de los episodios más trágicos de la historia del siglo XX. El 4 de junio de 1989, el ejército chino abrió fuego contra miles de manifestantes, la mayoría estudiantes, que pedían reformas democráticas en el país. Nunca se ha sabido con exactitud cuántos manifestantes perdieron la vida (el gobierno chino mantiene una férrea censura sobre todo lo que envuelve la matanza), pero se especula que fueron entre 800 y 2.600. Un día después, el 5 de junio, se tomó la famosa y sobrecogedora fotografía en la que un manifestante, en solitario, impide el avance de una columna de carros blindados. Al contrario de lo que se cree, la imagen no fue tomada en la plaza: varios fotoperiodistas captaron el momento desde los balcones del Hotel Beijing -por eso hay más de una fotografía del hecho- y el hombre y los tanques se encontraban en la avenida Chang’an Jie, cercana a la plaza de Tiananmen. La instantánea, desde entonces conocida como ‘El hombre del tanque’, es hoy una imagen icónica del siglo XX.
La Gran Muralla es, con diferencia, la mayor atracción turística de China, y una de las siete Maravillas del Mundo, además de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1987. Cada año visitan este inmenso monumento decenas de millones de viajeros. No es para menos: la Gran Muralla es una de las mayores obras arquitectónicas jamás construidas por el ingenio humano. Oficialmente, su longitud es de 21.196 kilómetros, aunque esto incluye las barreras naturales, las trincheras y las construcciones dispersas que también formaban parte del sistema defensivo que fue la Gran Muralla. Además, contrariamente a lo que se cree, no es una construcción continua, ya que hay partes de la misma que se han perdido a través de los siglos. El trozo de Gran Muralla más conocido y visitado está a unos 70 kilómetros al noroeste de Beijing, la capital de China. Y este es, sin duda, el que deleitará nuestros sentidos y acaparará los flashes de nuestras cámaras.
La Gran Muralla se extiende por las provincias del norte de China y su construcción se alargó durante más de 2.000 años. Los historiadores creen que ya en el siglo IX antes de Cristo se crearon las primeras construcciones defensivas que después formarían parte de la Gran Muralla, y la fecha de su finalización se ha fijado en el año 1644 de nuestra era, en tiempos de la Dinastía Ming, aunque los trabajos de restauración y mantenimiento continuaron después. La función de la Gran Muralla era proteger el límite norte del Imperio chino de los ataques de los pueblos mongoles y manchúes. Actualmente, se mantienen en pie unos 10.000 kilómetros de muralla, que tienen una anchura media de alrededor de cinco metros. Su altura es variable, aunque en las partes más altas llega a sobrepasar los siete metros, sin contar las torres. Cuenta con más de 20.000 torres de vigilancia, además de otras 10.000 que servían para realizar señales lumínicas y de humo.

Al contrario de lo que muchos creen, la Gran Muralla no puede verse desde el espacio. Es un mito que viene de largo y que es muy anterior a la llegada del hombre a las estrellas. Ya en el siglo XVIII algunos autores afirmaban que la Gran Muralla sería la única obra creada por el ser humano que se vería desde el espacio. El mito ganó credibilidad en 1932 cuando la publicación “Ripley’s believe it or not!” también lo aseguró. Sin embargo, esta creencia se vino abajo con el comienzo de la era espacial. Ningún astronauta ha podido ver la Gran Muralla en sus viajes por la órbita terrestre y, en 2003, Yang Liwei, el primer chino que viajó al espacio, lo confirmó: la Gran Muralla es demasiado estrecha y se funde con los colores del paisaje, por lo que es imposible contemplarla a simple vista desde tan larga distancia.
Los fanáticos de las compras pueden ir preparándose, porque Beijing es una de esas ciudades en las que pueden volverse, literalmente, locos. La oferta de zonas comerciales, mercados y tiendas es, prácticamente, infinita. La ciudad cuenta con algunos de los centros comerciales más espectaculares y mejor surtidos del mundo. ¿Los principales? Oriental Plaza, con sus 130.000 metros cuadrados, está ubicado en Wangfujing, cerca de la Plaza de Tiananmen. Es la calle comercial más famosa de Beijing, similar a las de cualquier otra ciudad de Europa o Estados Unidos. Otros “puntos calientes” son Shin Kong Place, el centro comercial con la mayor ‘flagship’ de Gucci de Asia; Beijing Yintai Center, un complejo con tres rascacielos conectados y 350.000 metros cuadrados construidos, o The Place, con una gigantesca pantalla que sobrevuela a los visitantes. Silk Street, por su parte, es uno de los centros comerciales más frecuentados por los extranjeros, y en sus 1.700 comercios se pueden encontrar productos de imitación y otros con rebajas.
Si buscas algo menos impersonal, el centro de Beijing cuenta con varias zonas históricamente dedicadas al comercio. Qianmen Street, en el eje central de la ciudad, es una de las zonas más comerciales de Beijing. Se trata de una calle peatonal y sus edificios, restaurados, representan el estilo tradicional chino. Al caminar por ella, parece que hemos viajado en una máquina del tiempo hasta el Beijing de 1920. Aquí podrás encontrar, sobre todo, firmas internacionales famosas y también chinas. La zona de Dashilar, que incluye la calle del mismo nombre y las aledañas, cerca de Qianmen, está especializada en productos chinos. Por su parte, Liulichang, un área con pequeños comercios, que ofrece el aspecto de un pueblo, es el lugar perfecto para encontrar artesanía: pinturas, caligrafía, teteras, libros… Los esmaltados, las tallas de marfil, el jade y los lacados son los trabajos de alta artesanía más tradicionales de Beijing, así como las sedas y las perlas. Desde julio de 2015 existen en China tiendas libres de impuestos. La mayoría de las tiendas ‘tax free’ se encuentran en Wangfujing y otras zonas muy concurridas.

Beijing está llena de mercadillos donde podrás encontrar de todo, desde antigüedades a objetos de segunda mano. Por ejemplo, el de Panjiayuan, en el distrito de Chaoyang, al sureste de la ciudad, está considerado el mayor mercadillo del continente asiático en lo que a productos artesanales y antigüedades se refiere. Mientras, el mercado de Hongqiao es el lugar perfecto para adquirir perlas y sus derivados, ya que es el mayor centro de distribución de este producto en China. En sus 4.500 metros cuadrados también podrás encontrar seda o productos electrónicos. Ten en cuenta que a los chinos les encanta regatear, está en su cultura, así que no debes cortarte a la hora de negociar el precio en estos mercadillos. Las principales recomendaciones para hacerlo es mirar y comparar precios en distintos puestos; no comprar nada por más de una tercera parte de lo que te pidan de entrada, y, sobre todo, tener mucha paciencia porque comprar en un mercadillo de Beijing lleva su tiempo.
Con sus más de 20 millones de habitantes, Shanghai es la ciudad más poblada de China y, también, la más moderna y cosmopolita. Situada al este del país, en el delta del río Yangtsé, Shanghai es el centro económico y comercial de la República Popular China y uno de los puertos más grandes del mundo. La ciudad no forma parte de ninguna provincia, sino que es uno de los cuatro municipios chinos que están administrados directamente por el gobierno central.
Shanghai es una megalópolis de grandes contrastes. Por un lado, encontramos zonas de altos rascacielos futuristas como Pudong, el distrito financiero de la ciudad. Aquí se ubica, por ejemplo, la Torre de Televisión Perla Oriental, que le da un carácter inconfundible al skyline de la ciudad. Por otro, Shanghai conserva algunos vestigios de su pasado histórico que merece la pena conocer. El Bund, como se denomina el malecón de la ciudad, es uno de ellos. Situado a orillas del río Huangpu -una ramificación del Yangtsé-, es un paseo de un kilómetro y medio que conserva un buen número de bellos edificios de estilo colonial. Visitar el Bund al anochecer eleva la experiencia a un nivel superior, ya que se encuentra justo en la orilla opuesta al distrito de Pudong y podrás contemplar un increíble skyline reflejado en el río. Los Jardines Yuyuan, al norte de la ciudad, son otra famosa atracción turística de Shanghai y uno de los lugares más bellos y con más historia de la ciudad. Su origen se remonta al siglo XVI, a los tiempos de la Dinastía Ming, y contiene pabellones y estanques que forman un conjunto de gran belleza. Junto a los jardines se encuentra, además, un bazar muy popular. Tampoco debes perderte el Templo del Buda de Jade. Este templo budista, el lugar de culto más importante de Shanghai, alberga dos enormes esculturas de Buda talladas en jade, una sentada y otra yacente.

En un recorrido algo más amplio por Shanghai puedes incluir otras atracciones turísticas como la Plaza del Pueblo, donde encontrarás el Museo de Shanghai, con una valiosa colección de bronces, esculturas, pinturas o cerámicas, el Museo de Arte de Shanghai, el Gran Teatro de Shanghai o el espectacular Centro de Exposiciones de Urbanismo de Shanghai. También puedes darte un paseo por Xintiandi, un barrio de casas tradicionales restauradas que ahora alberga tiendas, restaurantes y cafés, o por el encantador barrio francés.
Cuando en Occidente pensamos en la gastronomía de China nos vienen a la cabeza los típicos rollitos de primavera y el arroz tres delicias. Cuando finalmente estés en este enorme país, te darás cuenta de que su cocina es, en realidad, una de las más ricas y refinadas del mundo. Esto se debe a la inmensidad del territorio chino, que cuenta con climas y culturas muy diversos, y por sus técnicas culinarias con miles de años de antigüedad. Los rasgos generales del recetario tradicional chino son su riqueza en colores, sabores y aromas, así como la intensa utilización de especias, aunque siempre de un modo equilibrado. La soja, el curry y el jengibre son muy utilizados y, por supuesto, el arroz es el ingrediente básico de muchos platos, o bien el eterno acompañante de los mismos.
En líneas generales, en China podemos diferenciar varias regiones culinarias: la cocina cantonesa, propia del cálido y húmedo sur del país, tiene como base una gran cantidad de vegetales frescos y, gracias a su cercanía al mar, cuenta con una buena variedad de pescados y mariscos. En esta región, sobre todo en la provincia de Guangdong y sus cercanías, son muy comunes los salteados y sofritos, y de ella son también originarios los famosos Dim Sum, esa especie de empanadillas al vapor rellenas “para complacer al corazón”, según su traducción. Por su parte, en la cocina del norte y en Beijing utilizan más las carnes –de cordero, res o cerdo– y, por supuesto, el pato, que alcanza su mayor exquisitez en el celebérrimo plato conocido como “pato laqueado”. En el este del país podrás encontrar varias regiones culinarias. Al norte del delta del río Yangtsé, cerca de Shanghai, abundan las elaboraciones a partir de albóndigas y fideos. Un plato tradicional de esta región, sobre todo de la provincia de Jiangsu, es la Cabeza de León, que consiste en una gran albóndiga cocida en caldo. En las provincias surorientales consumen mucho pescado y arroz, y también platos a base de cerdo y pato. Cabe decir que en la megalópolis de Shanghai encontrarás variedades gastronómicas de todo el país y también una cocina con muchas influencias occidentales. Mientras, al oeste, en la región de Sichuan, son muy aficionados a las especias y hierbas aromáticas, y encontrarás platos muy picantes bien repletos de guindilla y granos de pimienta.

El té es la bebida por excelencia de China, y una de las más populares y consumidas del mundo. Se cultiva en el país desde hace más de 4.000 años, sobre todo en las regiones del sur y suroeste, así como en las riberas norte y sur del río Yangtsé. Existen cientos de variedades de esta planta. La producción y procesamiento del té tienen su origen en China, y después se importaron a otras regiones cercanas, como Japón, Corea, Vietnam... Incluso la famosa ceremonia con la que se sirve se originó en este vasto país. El té se toma a lo largo del día, acompañando la comida o para socializar.
Si durante tu aventura en el Lejano Oriente recorres las aguas del río Yangtsé a bordo de un crucero, tus ojos contemplarán un espectáculo al alcance de muy poca gente: la Presa de las Tres Gargantas. Se trata del proyecto hidroeléctrico más ambicioso jamás proyectado por el hombre. Pero empecemos por el principio, conociendo un poco mejor este singular río: El Yangtsé bien podría llamarse Río de Bronce, puesto que ocupa el tercer puesto en los dos rankings mundiales, tanto el de longitud (por detrás de Nilo y Amazonas), como el de más caudalosos (por detrás de Amazonas y Congo). Los cálculos sobre el caudal de agua que desciende por el Yangtsé hablan de que cada año llegan al Mar de China Oriental alrededor de 1.000 kilómetros cúbicos de agua, lo que constituye aproximadamente diez veces más que el agua que arrojan al mar todos los ríos españoles juntos. Si unimos este increíble dato con los grandes saltos del agua que se suceden a lo largo de todo el cauce del río, obtenemos como resultado un potencial hidroeléctrico al alcance muy pocos ríos del planeta.
Además del caudal y de los saltos de agua, existe un tercer factor que influyó a la hora de proyectar la Presa de las Tres Gargantas: el riesgo para los habitantes de la zona. Cada diez años, aproximadamente, se producían una serie de crecidas del río que inundaban campos de cultivo y tierras llenas de casas, matando de media a 300.000 personas cada vez. Ahora, gracias a la construcción de esta colosal represa, no solo se salvan todas esas vidas, sino que la energía producida supera con creces a la de cualquier otro proyecto hidroeléctrico del mundo. Hablamos de casi 100 TWh (teravatios hora), mucho más que la presa de Itaipú, en Brasil, hasta hace poco la más potente del globo. Para abrir boca antes de visitar la Presa de las Tres Gargantas, aquí van unos cuantos datos: Su altura es de 185 metros, y su longitud de 2.309. Tardó en construirse 23 años, aunque ya Mao Zedong habló en varias ocasiones de la posibilidad de levantarla. La superficie del embalse es de 1.084 kilómetros cuadrados, y su capacidad total de 39.300 hectómetros cúbicos. Para construir la represa fueron necesarios 27, 94 millones de metros cúbicos de cemento, y el coste total para el gobierno chino ascendió a 50.000 millones de euros.

La construcción de las Presa de las Tres Gargantas no ha estado exenta de polémicas y controversias. Como la inconmensurable obra faraónica que fue, muchos colectivos de todo el planeta se levantaron contra el gobierno chino, acusándole de obligar a millones de personas a cambiar de lugar en el que vivir, de no respetar el hábitat natural de varias especies, y de haber destrozado reliquias históricas y restos arqueológicos que se hallaban en la región. La realidad es que, en efecto, hubo que hacer algunos sacrificios, pero también hay que reconocer que las autoridades chinas, bien por su propia voluntad o bien por la presión internacional, hicieron lo posible por respetar los yacimientos y el medio ambiente. Por ejemplo, reubicaron los más importantes de los 44 sitios arqueológicos afectados por la construcción de la presa, destinaron varios millones de euros a desarrollar programas de seguimiento de las especies amenazadas, y garantizaron el reasentamiento de más de 1.300.000 personas.
El plan de viaje a tu alcance
- Sin comidas.
- Beijing Capital
- Sin comidas.
- Beijing Capital
- Desayuno. comida.
- Beijing Capital
- Panorámica de Beijing
- Desayuno. Comida. Cena de pato laqueado.
- Beijing Capital
- La Gran Muralla
- Desayuno. Comida.
- Xi An
- Templo del Cielo
- Desayuno. Comida.
- Xi An
- Museo de Guerreros y Corceles de terracota
- Panorámica de Xi'an
- Desayuno. Cena.
- Chongqing
- Visita panorámica de la ciudad con guía de habla inglesa
- Desayuno. Comida. Cena.
- Fengdu
- Navegación río Yangtze y visitas con guía local de habla inglesa
- Desayuno. Comida. Cena.
- Badong
- Navegación río Yangtze y visitas con guía local de habla inglesa
- Desayuno.
- Yichang
- Shanghai
- Navegación río Yangtze y visitas con guía local de habla inglesa
- Desayuno. Comida.
- Shanghai
- Panorámica de Shanghai
- Desayuno.
- Shanghai
- Desayuno.
- Shanghai
¿Quieres saber más de China?
China es un país tan grande y en el que conviven tantas culturas, climas y etnias que resulta harto complicado hablar de una gastronomía china en general. Lo que sí podemos decir es que la cocina de este país es una de las más sabrosas, sanas y variadas de todo el planeta, y que poco o nada tiene que ver con la que estamos acostumbrados a ver y probar en los restaurantes chinos occidentales. Dependiendo de la zona o región en la que nos encontremos, el recetario tradicional y la forma de cocinar los alimentos varía considerablemente.
Así, la cocina cantonesa en particular y del sudeste de China en general, los sabores son suaves y sencillos, sin apenas presencia del picante, y con una lista de ingredientes reducida pero muy interesante. El pescado fresco y un amplísimo surtido de vegetales se combinan con salsa de soja, jengibre, azúcar, sal, ajo, vino de arroz, almidón y aceite. Por su parte, la cocina propia de la provincia de Sichuan sí suele ser picante, y la pimienta llamada Fagara (o pimienta de Sichuan) es una de las estrellas. El jengibre y los pimientos picantes completan el repertorio de sabores intensos. La gastronomía de Huaiyang, y de toda la provincia de Henan, es la más delicada del país, y destaca por el empleo de ingredientes sutiles, sabores suaves y elegantes y una presentación exquisita a la hora de servir los platos, mientras que en Shandong predominan los fritos y los salteados rápidos, con muy poca presencia de especias y generalmente protagonizados por mariscos frescos y algas.
China es todo un paraíso para los amantes de las compras. A lo largo y ancho del país existen miles y miles de tiendas, centros comerciales y mercadillos que ofrecen al viajero las mercancías más variadas.
Algunos de los productos más típicos y habituales en los mostradores de todo el país son los objetos de jade, artesanía de todos los tipos, tamaños y colores, sedas y otros delicados tejidos, como el cashmere, prendas de ropa, alfombras, antigüedades y una clase de artesanía en bronce muy bonita y pintoresca llamada cloisonné. Mención aparte merecen el té y las hierbas medicinales. El té constituye todo un universo paralelo en China, y se pueden encontrar todas las variedades imaginables, además de cualquier artículo para su preparación o consumo, como teteras, tazas, vasitos, cuberterías de plata y otros materiales, etcétera. En cuanto a las hierbas medicinales, también las hay por doquier, pero lo más recomendable es comprarlas en las pequeñas tiendas tipo herboristería con las que cuentan la mayoría de los hoteles de las grandes ciudades. Por último, cabe destacar que, desde julio de 2015, existen en China tiendas libres de impuestos. Si gastas más de 500 yuanes te devuelven el 9 por ciento de la compra. La mayoría de las tiendas ‘tax free’ se encuentran en las zonas más concurridas de las grandes ciudades.
Teniendo en cuenta las colosales dimensiones del país, y el gran número de provincias, regiones autónomas, ciudades, etnias y grupos religiosos que conviven en China, todos los días del año son festivos en, al menos, un par de sitios. Pero hay una serie de fechas en las que la nación entera deja lo que está haciendo para salir a celebrarlo:
• 1 de enero: Año nuevo occidental. Aunque los chinos se rigen por otro calendario, han adoptado la costumbre de celebrar nuestro año nuevo.
• 8 de marzo: Día Internacional de la Mujer.
• 1 de mayo: Día del Trabajo.
• 1 de julio: Aniversario de la fundación del Partido Comunista Chino.
• 1 de agosto: Aniversario de la fundación del Ejército de Liberación del Pueblo.
• 1 de octubre: Día Nacional de China, se conmemora el aniversario de la fundación de la República Popular.
• Año Nuevo Chino o Fiesta de la Primavera: Se celebra el primer día del primer mes del calendario lunar. Suele ser a finales de enero o principios de febrero.
• No beber agua que no sea embotellada
• No comer verduras crudas ni fruta sin pelar
• Mantener una pulcra higiene de manos, lavándolas a conciencia antes de cada comida
• Consultar con tu médico si vas a visitar zonas rurales