Sorpréndete con estos increíbles y completos circuitos que hemos organizado para ti a Myanmar, un destino que te sorprenderá por sus modestos placeres y sencilla belleza. Sean 9, 10 u 11 días los que vayas a disfrutar en este país, da lo mismo porque estas rutas las hemos creado con el único propósito de que conozcas lo imprescindible del país de las pagodas y disfrutes a lo grande de cada rincón de Myanmar. Desde el gran Buda reclinado en Yangón hasta los templos de Bagan pasado por el lago Inle serán algunos de los puntos fuertes de los circuitos que te presentamos a continuación.
Cuesta un poco acostumbrarse, pero Birmania no es Birmania desde ya bastantes años. Es Myanmar, un país al que la Junta Militar que gobernó durante décadas (y aún mantiene un gran poder en la sombra) lo mantuvo prácticamente aislado del exterior. Esto tiene dos posibles lecturas.
Myanmar, país que está menos desarrollado que varios de sus vecinos, lo que afecta negativamente a su población. Pero también es cierto que recibe turistas desde hace menos tiempo que sus vecinos, así que es destino menos explorado y más apetecible para los viajeros ávidos de conocer destinos exóticos en los que mezclarse con la población local. Y ese es precisamente el mayor tesoro de Myanmar, su gente. Amable, cálida y deseosa de compartir momentos y conversaciones con los viajeros. Se da además la circunstancia de que la época colonial británica que terminó en 1948 hace que muchas personas de avanzada edad se comuniquen con facilidad en inglés, lo que facilita aún más los viajes por este país. Recuerdo también de esa época son los numerosos edificios coloniales que se pueden ver en muchas ciudades del país, así como el hecho de que circulen por el país vehículos con el volante a la derecha, a pesar de que hace tiempo que las carreteras se adaptaron a la circulación también por la derecha. Otra característica es la mezcla étnica que vive el país, ya que entre sus 52 millones de habitantes el gobierno reconoce la existencia de 135 etnias, si bien hay una claramente dominante, la Bamar, de donde este país tomó la denominación de Birmania. Myanmar enamora por todo, por sus impresionantes pagodas y templos, por sus bellos paisajes marcados por el verde de su frondosa vegetación tropical, por sus gentes y por su sabrosa gastronomía. Un país para realizar un viaje muy especial que marcará para siempre a los viajeros.
Ya no es la capital, pero Yangón sigue siendo la mayor ciudad del país y la más poblada, con cerca de 5 millones de habitantes. Pero, aún más importante, es el centro neurálgico del país tanto en el ámbito social, como económico y comercial. El poder político se trasladó a Naipyidó en 2005 cuando fue nombrada nueva capital del país. Comparte con las grandes ciudades del Sudeste Asiático su sensación caótica, pero si hay algo que la diferencia es que el uso de motos está prohibido, por lo que no se ven allí los ríos de scooters que tanto sorprende a los occidentales en otras localidades asiáticas de gran tamaño. En esta ciudad hay algunas visitas obligatorias, como a la Pagoda Shwedagon, la más sagrada del país y uno de los templos budistas más bellos del mundo, con su distintiva cúpula bañada en oro. Pero además de visitar monumentos, que hay muchos variados, desde los de aire oriental a los coloniales en recuerdo de la presencia británica, en Yangón hay otras actividades que pueden facilitar el conocimiento de este país de una manera más profunda. En primer lugar es muy recomendable visitar el mercado de Bogyoke, situado en un edificio de la época colonial pero lleno de puestos de todo tipo y frecuentado por la población local. Darse un paseo por sus parques es otra manera de conocer la vida cotidiana de sus habitantes. Los alrededores de Yangón pueden visitarse con un tren que realiza un recorrido circular de unas 3 horas de duración y que ofrece una visión diferente de la ciudad. Y es también imprescindible disfrutar de su vida nocturna, por ejemplo, en Chinatown.
Naipyidó la actual capital birmana, de cerca de 1 millón de habitantes, tiene una curiosa historia. En primer lugar, no tuvo un crecimiento progresivo ni un peso histórico que le hiciera ganarse esta capitalidad. Se debió únicamente a un deseo de la Junta Militar birmana de trasladar la capital administrativa del país a un emplazamiento en el que tradicionalmente había un campo de entrenamiento militar, en concreto junto a la ciudad de Pyinmana, que allá por 2005 contaba con unos 100.000 habitantes. El traslado de Yangón (antigua Rangún) a Naipyidó se hizo casi por sorpresa tanto para la población local como para el cuerpo diplomático acreditado en el país, e incluso para los mismos funcionarios de la administración central, que se vieron en un convoy de traslado sin poder llevar a sus familias, ya que no había aún infraestructuras suficientes para todos ellos. Es más, el nombre de la nueva ciudad levantada por la Junta Militar como nueva capital no se conoció hasta el mismo momento del traslado. Actualmente es una ciudad con un cierto toque fantasmagórico ya que tiene un tamaño de unas 6 veces la ciudad de Nueva York, donde viven por encima de 8 millones de habitantes, si bien en la capital birmana se calcula que viven cerca de 1 millón. Además, pensando en que iba a recibir un gran número de habitantes, las autoridades birmanas construyeron grandes avenidas que son más bien autopistas, llegando la arteria central a 20 carriles, 10 para cada sentido, por las que a duras penas se ve pasar algún coche. Es más, para visitar esta ciudad es aconsejable contratar el transporte durante todo el tiempo que dure la visita, ya que no es fácil improvisar la toma de un transporte ya que el servicio público es inexistente.
De capital a capital, pero en esta ocasión la capital cultural del país, con una población de 1,2 millones de habitantes, lo que la hace también la segunda más poblada del país. Mandalay se encuentra en el centro del país, justo al norte de Naipyidó, y está bañada por el río Irawadi, el más largo del país por el que se hacen cruceros turísticos. Una de las visitas imprescindibles en esta ciudad es el Buda Mahamuni, una impresionante estatua de 4 metros de alta recubierta de oro y con piedras preciosas en su corona, de la que se dice que se hizo en vida de Buda (siglos VI y V a.C.), si bien las investigaciones arqueológicas no coinciden con esa tesis y aseguran que data del siglo II de nuestra era. También allí se puede visitar el libro más grande del mundo en la Pagoda Kuthodaw, cuyas 729 estupas albergan cada una una ‘página’ de piedra del Canon Pali, que contiene las enseñanzas del budismo Theravada, el mayoritario en el país. Y otra buena opción en esta ciudad es ir a ver un espectáculo de anyeint, una especie de vodevil birmano que mezcla música, danza y comedia, de la mano de los Moustache Brothers, que hacen sus representaciones en inglés ya que las autoridades les han prohibido hacerlas en birmano por su contenido crítico con ellas.