
Myanmar: Objetivo Myanmar
- Duración
- 11 días
- Tipo de circuito
- Gran Viaje


Nos disponemos a conocer las múltiples caras de un país que durante años estuvo aislado del mundo y que poco a poco va asomando para mostrar al mundo su valiosísimo patrimonio. Pagodas, templos y estupas se alían con el verde intenso de la naturaleza creando intensas experiencias para los viajeros dispuestos a disfrutar como nunca del sudeste asiático.
La gastronomía birmana es especialmente sabrosa a pesar de ser menos conocida que la de sus vecinos
El viaje comienza en la hasta hace poco capital del país, Yangón, una vibrante ciudad llena de vida y de joyas arquitectónicas como la Pagoda Shwedagon. Y de ahí a la actual capital del país, Naipyidó, una curiosa ciudad de grandes avenidas pero pocos habitantes en la que visitaremos la antiquísima Pagoda Shwemawdaw, del siglo X y la más alta del país. Después visitaremos algunos de los lugares más emblemáticos del país, como el idílico Lago Inle, un lugar en el que la vida se desarrolla sobre el agua y junto a ella se encuentra un auténtico bosque de estupas. Y finalmente el Monte Popa y un auténtico viaje al pasado junto a los templos de Bagan. Un recorrido único por un fascinante rincón del sudeste asiático aislado del mundo durante mucho tiempo y que ahora nos muestra todo su esplendor.
Emociones nuevas en tu viaje
Cuando se viaja al Sudeste Asiático se oyen continuamente las palabras templo, pagoda y estupa. Los occidentales estamos más familiarizados con la palabra templo, ya que en cualquier país los hay dedicados a unas u otras divinidades según los cultos mayoritarios que se profesen en ellos. Además, en esta región del mundo es habitual que en ellos vivan monjes y sirvan también como escuela para los más jóvenes. Pero, ¿y las pagodas y las estupas?
Ambas suelen encontrarse dentro de los recintos de los templos o junto a ellos, pero son algo diferentes. Las pagodas suelen señalar un lugar especialmente sagrado para el budismo y lo habitual es que estén pensadas para que los fieles entren dentro de ellas, por lo que suelen tener hasta 4 puertas. Por el contrario, las estupas suelen contener una reliquia del budismo y no están pensadas para albergar a nadie en su interior, así que tienen un tamaño menor y no suelen disponer de una puerta.

La religión es un elemento fundamental en la vida cotidiana de los birmanos, así que todos ellos tienen la ‘obligación’ de visitar al menos una vez en su vida tres lugares de especial significado para el budismo de este país. El primero es la Pagoda de Shwedagon, en Yangón, la más sagrada del país cuyo origen es incierto ya que se dice popularmente que tiene más de 2.500 años de antigüedad, aunque los expertos consideran que debió ser construida entre los siglos VI y X. El segundo es la Roca Dorada situada sobre el monte Kyaiktiyo, que mantiene un curioso equilibrio en la parte superior del monte gracias, según las creencias budistas, a ser sostenido por un pelo de Buda. Y el tercero es la Pagoda Shwemawdaw en la ciudad de Bago, la antigua Pegu, la más alta del país, con 114 metros de altura.
En mercados, por la calle, visitando monumentos… En casi todos los lugares de Myanmar se puede ver a las mujeres birmanas y a muchos niños llevar en el rostro una fina capa de un cosmético de color amarillo pálido. No es un ornamento, es Thanaka, un cosmético natural que se obtiene de la raspadura de la corteza de un arbusto, el naranjo jazmín (limonia acidissima). Tiene un gran número de propiedades, pero las más importantes para los birmanos es su capacidad para proteger del sol y su característica antiséptica. Como cosmético es también efectivo para combatir el acné, hidratar la piel, regular la grasa cutánea y reducir marcas y cicatrices.

Las birmanas suelen aplicarse el Thanaka formando círculos sobre sus pómulos y en algunos casos también sobre la nariz y la frente. Pero aplicarse este cosmético natural puede ser algo más complejo, ya que hay algunas ocasiones en que pueden admirarse casi obras de arte sobre algunos rostros, que muestran formas de hojas, soles u otras figuras de gran belleza. En el caso de los niños y niñas, no es raro verles con algunas figuras de personajes de dibujos animados hechos con Thanaka.
Uno de los hechos que más llaman la atención en Myanmar es la forma en la que visten los birmanos. En este país las temperaturas son altas, por eso los lugareños utilizan una prenda que les permite estar fresquitos a la vez que les protege la piel. Se trata del longyi, una especie de pareo largo de tela muy fina que cubre las piernas, va desde la cintura hasta los tobillos y lo utilizan los hombres, mujeres y niños.
La función de esta prenda es triple, ya que no solo ayuda a mantener el cuerpo más fresco, sino que, además, mantiene las piernas a salvo de las quemaduras solares y de las picaduras de insectos. Hay todo tipo de colores y de estampados y la forma de lucirlo es diferente en hombres y en mujeres, ya que ellos se lo colocan en la cintura y lo atan en el centro, mientras ellas lo atan a un lado.

Actualmente tanto los hombres como las mujeres de Myanmar utilizan el longyi, pero durante la época colonial esta prenda era diferente para ambos géneros. Los hombres utilizaban el paso y las mujeres el htamein y la cantidad de tela que tenía esta especie de pareo reflejaba el estatus social de la persona.
Si hay un deporte tradicional en Myanmar ese es el chinlone, un juego de pelota con más de un milenio de antigüedad y cuyo objetivo no es derrotar a un oponente sino mostrar la mayor destreza posible en el manejo de este elemento. De hecho es casi una mezcla entre deporte y danza. Se suele jugar en equipos de seis personas y consiste en pasar la pelota de uno a otro sin dejar que llegue al suelo y sin tocarla en ningún momento con las manos.
Este deporte puede verse en cualquier rincón del país y hoy por hoy lo pueden jugar personas de ambos sexos y de cualquier edad, si bien antiguamente las mujeres únicamente podían jugar una variante individual que se denomina tapandaing.

Los viajeros que visiten Myanmar entre los meses de junio y julio pueden encontrarse durante su estancia en Mandalay, capital cultural del país, con el Waso Chinlone Festival, que se celebra cada año desde 1926 en esta localidad y en el que actualmente participan ya cerca de 2.000 equipos procedentes no solo de Myanmar sino de otros países como Japón, Tailandia, Estados Unidos o Alemania. En todo caso, antes de visitar el país conviene mirar cuándo es la celebración del festival en este año ya que no tiene fecha fija, sino que suele organizarse alrededor de la luna llena de Waso, a principios de verano, una fecha especial para el budismo ya que marca el principio de su ‘cuaresma’.
Una buena manera de conocer a un pueblo es ver cómo se divierte. En Myanmar, los viajeros pueden adentrarse en la cultura del país acudiendo a algún teatro en alguna de las principales ciudades como Yangón o Mandalay en el que se represente Anyeint, un espectáculo tradicional que mezcla música, danza y comedia, al que en ocasiones también se añaden marionetas, y que podría compararse con nuestro vodevil. Los grupos que lo representan suelen estar formados por entre 10 y 12 personas, que se reparten papeles diferentes de cantantes, bailarines y cómicos.
El origen de este espectáculo hay que buscarlo a finales del siglo XIX, si bien entonces se representaba únicamente para disfrute de la corte real, aunque poco después comenzó a llegar al público en general, siendo en 1900 cuando se formó la primera compañía. Hasta los años 80 del siglo pasado se incluían comentarios satíricos y ligeramente críticos con los gobernantes, si bien la censura de la Junta Militar birmana se endureció a partir de ahí, llegando incluso a encarcelar a algunos miembros de estos grupos.

La represión de la Junta Militar birmana contra los espectáculos Anyeint y sus críticas al gobierno no solo ha cambiado los temas que se tratan en ellos, sino también el idioma en que los representan algunos grupos. Tal es el caso de los Moustache Brothers, un grupo que en los años 90 vio como uno de sus miembros era condenado a varios años de trabajos forzados y que a partir de entonces solo pueden hacer sus representaciones en inglés, de manera que la mayoría de sus conciudadanos no puedan entender el contenido de sus actuaciones. Este grupo sigue actuando en Mandalay, donde es habitual verles actuar con viajeros de otros países como casi único público.
Las Casas de Té son casi una institución en Myanmar, por lo que es más que recomendable adentrarse en una de ellas para poder disfrutar de las escenas más costumbristas del país. Allí se reúnen personas de todas las edades y creencias para compartir un rato de conversación y, por supuesto, una buena taza de té. Podría compararse con los bares españoles. Eso sí, resulta difícil ver a alguna mujer en estos lugares, ya que hasta no hace mucho tenían incluso la entrada prohibida en ellos.
Si hay algo curioso de estos lugares es que en ellos el té es gratis, ya que por lo que se paga es por la comida con la que se acompaña, que se sirve en platos pequeños dado que están pensados como algo para picar más que como una comida entera. Cada Casa de Té prepara su propia comida, pero hay algunos platos que son casi inevitables en todas ellas. Por ejemplo, el Lahpet, una ensalada llena de sabor en la que el ingrediente estrella son hojas de té fermentadas. O los noodles al estilo Shah, que son uno de los platos nacionales de Myanmar. También tienen en común el precio, ya que la comida que se sirve en estos lugares suele ser más barata que la de los restaurantes, aunque solo sea por su más que sencilla decoración, con las mesas y sillas bajas como protagonistas.

En casi todas las Casas de Té hay un elemento que a los viajeros de países más occidentales suele sorprender enormemente: quienes sirven las mesas suelen ser niños o adolescentes. Aunque la legislación birmana prohíbe emplear a niños menores de 15 años, la realidad es que la pobreza de buena parte de los habitantes del país obliga a estos niños a buscarse la vida desde muy pequeños. Algunos pueden empezar sirviendo estas mesas cuando tienen apenas 10 años. En las grandes ciudades, los niños que trabajan en estos lugares suelen venir de regiones alejadas del país, desde donde han sido enviados por unos padres que no pueden permitirse mantenerlos y a los que entregan una parte importante de su salario para contribuir a la economía familiar.
El plan de viaje a tu alcance
- Sin comidas.
- Yangon
- Comida.
- Yangon
- Panorámica de Yangón
- Desayuno. Comida.
- Naypyidaw
- Mercado Local
- Visita templos y/o pagodas
- Desayuno. Comida.
- Lago Inle
- Desayuno. Comida.
- Lago Inle
- Mercado Local
- Visita templos y/o pagodas
- Paseo en barca
- Desayuno. Comida.
- Lago Inle
- Cuevas sagradas de Buda
- Mercado Local
- Paseo en barca
- Desayuno. Comida.
- Monte Popa
- Visita templos y/o pagodas
- Desayuno. Comida.
- Bagan
- Mercado Local
- Monte Popa
- Desayuno. Comida.
- Bagan
- Visita templos y/o pagodas
- Desayuno. Comida.
- Yangon
- Desayuno.
- Yangon
¿Quieres saber más de Myanmar?
La cocina de Myanmar es una de las menos conocidas de la región, pero desde su relativa apertura política en 2011 la cara gastronómica de este país empezó a ser más conocida, para suerte de los amantes de la buena cocina. Se trata de una gastronomía muy rica tanto por la gran cantidad de etnias propias (el gobierno reconoce hasta 135 grupos étnicos) como por las influencias externas, sobre todo de China, India y Tailandia. De esta forma, si hay algo que la caracteriza es el arroz o los fideos de arroz como acompañantes de buena parte de los platos y su amor por el picante. Sabores fuertes para disfrutar intensamente.
Hay una enorme cantidad de platos de los que se podría hablar, pero si hay que elegir un plato nacional sería el Mohinga. Dada la gran presencia de sopas, era de esperar que el plato más popular fuera una de ellas, en este caso de fideos de arroz con salsa de pescado que suele tomarse como desayuno. Eso sí, su sabor varía en función de la región en la que se encuentre el viajero. Los birmanos son también amantes de los fritos, por lo que son también habituales los rollitos, las samosas e incluso los pinchitos de carne. Las ensaladas están también en todas las mesas, con la ensalada de hojas de té fermentadas, o Lahpet, así como los curries al estilo birmano (sin leche de coco) o el arroz y los noodles al estilo de la etnia Shan (en realidad toda la cocina de esta etnia es muy apreciada en el país). Y por supuesto, todo acompañado con té, también la bebida nacional presente en todas las comidas, aunque en la mayoría de lugares es posible pedir una cerveza, siendo recomendable probar alguna de las locales, como por ejemplo las de las marcas Myanmar Beer, Dagon o Mandalay.
Igual que ocurre en el resto de países vecinos, en Myanmar hay dos formas fundamentales de ir de compras. Por un lado están los centros comerciales, con precios fijos y una amplia gama de productos, que se encuentran en las ciudades más grandes. En las localidades más pequeñas hay un gran número de tiendas, más pequeñas, pero llenas de encanto. Pero si hay una experiencia que los viajeros no deben perderse es comprar en los mercadillos y regatear el precio del producto. En ellos se puede ver con facilidad la vida cotidiana de los birmanos, qué comen, qué fabrican y cuáles son sus principales artesanías. Eso sí, hay algunos que ‘abren sus puertas’ muy temprano, así que para disfrutar plenamente de ellos es posible que los viajeros tengan que madrugar.
Myanmar es conocida por sus joyas, como las piezas de jade, pero es aconsejable asegurarse de que es original y no una falsificación. Tampoco hay que dejar escapar la oportunidad de comprar un longyi, la prenda más tradicional birmana, usada a modo de falda larga y que puede verse tanto en hombres como en mujeres. Y si hay un regalo ideal para llevar de vuelta a casa puede ser una marioneta birmana, ya que es un tipo de espectáculo muy popular en el país.
Lo mejor cuando se viaja a Myanmar es dejar algo de espacio en la maleta para todo lo que se quiera comprar allí, que seguro que es bastante ya que es un país ideal para los amantes de las compras que quieran adquirir objetos únicos y exóticos.
•4 enero: Día de la independencia, en el que se conmemora el fin de la era colonial británica en 1948.
•12 febrero: Día de la unión, que recuerda el acuerdo de Panglong de 1947 en el que los entonces líderes birmanos crearon la Unión de Birmania.
•2 marzo: Día del campesino, que rinde homenaje a la importancia de la agricultura en un país en el que el 70% de la población se dedica a la agricultura o ganadería.
•27 marzo: Día de las Fuerzas Armadas, antes el Día de la Resistencia, para conmemorar la resistencia a la ocupación japonesa en 1945.
•1 mayo: Día Internacional de los Trabajadores, que se celebra ese mismo día en buena parte de los países del mundo.
•19 julio: Día de los Mártires, en recuerdo al asesinato del general Aung San y otros siete líderes de la Birmania pre-independencia.
•Diciembre - Enero: Año Nuevo Karen, que cada año cambia de fecha ya que sigue el calendario lunar. Los Karen constituyen la tercera minoría étnica del país, alrededor de 7 millones de personas del total de 52 millones de habitantes.
•25 diciembre: Navidad, que se celebró en 2017 de manera pública por primera vez en 50 años tras la visita al país del Papa Francisco.