China: China clásica y Tíbet
- Duración
- 12 días
- Tipo de circuito
- Circuito
Beijing, Xi’an, Lhasa y Shanghái, cuatro ciudades únicas y repletas de ejemplos de por qué China es un país maravilloso que todo el mundo debería visitar al menos una vez en la vida. La Gran Muralla China, los guerreros de terracota, el Palacio de Potala o los rascacielos del distrito financiero de Shanghái son solo algunos de ellos, pero hay muchos más…
Un viaje a través de China, recorriendo las ciudades más importantes y visitando los enclaves más representativos del país
A través de este gran viaje, tendremos la oportunidad de ver, tocar, oler y saborear cuatro de los lugares más importantes de China. Beijing, la capital del país, será el primero de ellos. Allí visitaremos la Gran Muralla China, en uno de los momentos más emocionantes de nuestra aventura en el Lejano Oriente. Pero también la Ciudad Prohibida, el Palacio de Verano, la Plaza de Tiananmen o el Parque Olímpico, además de obtener una valiosa colección de imágenes sobre cómo es el día a día de los ciudadanos de Beijing. Después será el turno de Xi’an, una de las ciudades más antiguas de China y del mundo, en la que descansan los más de 7.000 guerreros del celebérrimo ejército de terracota, y algunas otras maravillas como la Pagoda de la Oca Silvestre del Templo Jianfu o la Gran Mezquita del barrio musulmán. En Lhasa, capital del Tíbet, disfrutaremos contemplando el Palacio de Potala y el de Norbulingka, así como el templo de Jokhang y los monasterios de Drepung y Sera. Terminaremos nuestro gran viaje en Shanghái, la ciudad más poblada de China y una de las más modernas, cosmopolitas y llenas de atractivos de todo el planeta. Este viaje, en resumen, no tiene pérdida.
Emociones nuevas en tu viaje
La historia de Beijing se remonta varios siglos atrás. Ya en el siglo XV la Dinastía Ming estableció en ella la capital del imperio, y en la actualidad quedan algunos vestigios de este pasado imperial. Es el caso del Templo del Cielo, construido en 1420 y que aún hoy es el mayor santuario de China. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998, está situado al sur de la Ciudad Prohibida, y está formado por varias construcciones. La más conocida de ellas es el Pabellón por la Oración de la Buena Cosecha, de planta circular y con un interior maravillosamente recargado.
Partiendo desde la Ciudad Prohibida, el paseo se puede extender hasta el Parque Jingshan, situado al norte del conjunto palaciego. El centro del parque es una colina artificial construida siglos atrás con el material que sobró al cavar los fosos que rodean la Ciudad Prohibida. Está llena de jardines y ejemplos de arquitectura tradicional. Además, al ser el punto más alto de Beijing, en un día claro se puede disfrutar desde allá arriba de una maravillosa perspectiva de la Ciudad Prohibida y de Beijing bajo nuestros pies. El Palacio de Verano, el lugar de descanso de la Familia Imperial, es también una visita imperdible que, hecha con calma, bien puede llevar buena parte del día. Está situado a unos 12 kilómetros del centro de Beijing. En una extensión de unas 300 hectáreas entre el lago Kunming y la Colina de la Longevidad, se encuentran una serie de palacios, pabellones, jardines, teatros y puentes entre los que será un placer perderse. El conjunto que forma el Palacio de Verano fue construido en 1750, durante el reinado de la Dinastía Qing, y sufrió varias remodelaciones con posterioridad. Igual que el Templo del Cielo, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998. Si en tu visita a Beijing todavía queda tiempo, puedes acercarte hasta las tumbas de la Dinastía Ming, situadas a unos 50 kilómetros de la ciudad. El conjunto de mausoleos rodeados de jardines forma una bellísima necrópolis de unos 40 kilómetros cuadrados en la que están enterrados trece emperadores.
Al igual que ocurrió con Barcelona en 1992, la celebración de unos Juegos Olímpicos supuso para Beijing en 2008 una remodelación profunda de la ciudad. Desde varios años antes, la ciudad se esforzó en modernizar sus infraestructuras y no escatimó en presupuesto para crear algunas de las construcciones deportivas más fascinantes y modernas que hoy podemos encontrar en la ciudad, en China y, por qué no decirlo, en todo el mundo. Entre todas ellas destacan el Estadio Nacional, también conocido como Nido de Pájaro por su aspecto (un enorme enrejado de acero), diseñado por el estudio de arquitectura Herzog & de Meuron; o el Centro Acuático Nacional, proyectado por el estudio PTW Architects, y que parece un enorme cubo formado por burbujas de agua. Además, para hacer frente a la masiva visita de público y medios de comunicación, el Aeropuerto Internacional de Beijing fue ampliado con una tercera terminal firmada por Norman Foster, y se amplió considerablemente la red de metro. Se considera que los Juegos Olímpicos de Beijing fueron los más costosos jamás celebrados en la historia.
La Ciudad Prohibida, cuyo nombre oficial es Museo del Palacio Imperial, es uno de los principales atractivos de todo Beijing. Se calcula que unos ocho millones de turistas visitan cada año este impresionante complejo palaciego formado por salones, jardines y pabellones. Las diversas construcciones que conforman la Ciudad Prohibida cubren una superficie de 72 hectáreas y el conjunto está rodeado por un foso de 52 metros de ancho y seis de profundidad, y una muralla. El palacio cuenta con más de 9.000 habitaciones y es el complejo imperial más grande y mejor conservado de China. La Ciudad Prohibida se denomina así porque a ella solo podían acceder los miembros de la familia imperial y la corte. El resto de los mortales tenía prohibido el paso, a menos que contaran con un permiso especial y muy difícil de conseguir. El complejo fue construido por Yong Le, tercer emperador de la Dinastía Ming, entre 1406 y 1420. Desde entonces y hasta 1911, con el final de la Dinastía Qing, fue la residencia oficial de los emperadores chinos. En ella vivieron 24 monarcas.
La Ciudad Prohibida se divide en dos: la Corte Exterior, que era la zona empleada para propósitos ceremoniales, y la Corte Interior, donde vivía el emperador y su familia. De las 980 construcciones que forman el complejo del palacio, las más impresionantes y visitadas son el Salón de la Armonía Suprema, que alberga el impresionante trono del emperador, y servía de escenario para las ceremonias más solemnes, el Salón de la Armonía Central y el Salón de la Armonía Conservada.
China, oficialmente denominada República Popular China, es, con casi 9,6 millones de kilómetros cuadrados, el tercer país más extenso del mundo, y el más poblado: cuenta con casi 1.400 millones de habitantes, unas 30 veces la población de España. En Beijing, su capital, viven más de 12 millones de almas. Históricamente ha sido el centro político y cultural del país, y actualmente es una megalópolis con una altísima densidad de población que se satura durante las horas punta, pero por suerte cuenta con una extensa y moderna red de transportes. Posee dos aeropuertos, 19 líneas de metro, una moderna red de ferrocarril para moverse tanto por la ciudad como por el resto del país y una flota de 20.000 autobuses circulando. Beijing es muy plana y tradicionalmente sus habitantes se han movido mucho en bicicleta, aunque el aumento del tráfico en los últimos años ha hecho que también sea cada vez más peligroso utilizar las dos ruedas.
La Plaza de Tiananmen –o Plaza de la Puerta de la Paz Celestial en español- es el centro político y geográfico de la ciudad de Beijing, y ha tenido mucho protagonismo en diferentes momentos de la historia de China. Desde esta plaza se accede a la Ciudad Prohibida a través de la Puerta de la Paz Celestial, de ahí el nombre de la plaza. Al llegar, lo primero que llama la atención de los viajeros es su inmensidad: mide 880 metros de norte a sur y 500 de este a oeste. En total, 440.000 metros cuadrados que dejan sin aliento. No en vano, la de Tiananmen es una de las plazas más grandes del mundo.
En Tiananmen se alzan algunos de los edificios más importantes de China. A un lado, el Gran Palacio del Pueblo, sede de la Asamblea Nacional Popular, el mayor órgano legislativo del país. Al otro, el Museo Nacional de Historia y de la Revolución. Ambas construcciones tienen un estilo muy sobrio. En la Plaza también encontramos la Torre de Tiananmen, que data del siglo XVII; el Monumento a los Héroes del Pueblo, un sobrio obelisco edificado en la década de 1950 para honrar a los mártires de la revolución; la Puerta de Zhengyangmen, construida en el siglo XV, que daba acceso a la ciudad de Beijing a través de la antigua muralla, hoy desaparecida; o el Mausoleo de Mao Zedong, donde descansa el cuerpo embalsamado del fundador de la República Popular China. La plaza ya existía en el siglo XIV, y estaba destinada a la celebración de actos públicos. Con el triunfo de la Revolución China, en 1949, se amplió la plaza con el fin de contar con un espacio adecuado para celebrar actos solemnes en la nación recién nacida. El simbolismo de la Plaza de Tiananmen es grande para los chinos: en ella proclamó Mao Zedong, el 1 de octubre de 1949, la República Popular.
La Plaza de Tiananmen fue testigo mudo de uno de los episodios más trágicos de la historia del siglo XX. El 4 de junio de 1989, el ejército chino abrió fuego contra miles de manifestantes, la mayoría estudiantes, que pedían reformas democráticas en el país. Nunca se ha sabido con exactitud cuántos manifestantes perdieron la vida (el gobierno chino mantiene una férrea censura sobre todo lo que envuelve la matanza), pero se especula que fueron entre 800 y 2.600. Un día después, el 5 de junio, se tomó la famosa y sobrecogedora fotografía en la que un manifestante, en solitario, impide el avance de una columna de carros blindados. Al contrario de lo que se cree, la imagen no fue tomada en la plaza: varios fotoperiodistas captaron el momento desde los balcones del Hotel Beijing -por eso hay más de una fotografía del hecho- y el hombre y los tanques se encontraban en la avenida Chang’an Jie, cercana a la plaza de Tiananmen. La instantánea, desde entonces conocida como ‘El hombre del tanque’, es hoy una imagen icónica del siglo XX.
La Gran Muralla es, con diferencia, la mayor atracción turística de China, y una de las siete Maravillas del Mundo, además de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1987. Cada año visitan este inmenso monumento decenas de millones de viajeros. No es para menos: la Gran Muralla es una de las mayores obras arquitectónicas jamás construidas por el ingenio humano. Oficialmente, su longitud es de 21.196 kilómetros, aunque esto incluye las barreras naturales, las trincheras y las construcciones dispersas que también formaban parte del sistema defensivo que fue la Gran Muralla. Además, contrariamente a lo que se cree, no es una construcción continua, ya que hay partes de la misma que se han perdido a través de los siglos. El trozo de Gran Muralla más conocido y visitado está a unos 70 kilómetros al noroeste de Beijing, la capital de China. Y este es, sin duda, el que deleitará nuestros sentidos y acaparará los flashes de nuestras cámaras.
La Gran Muralla se extiende por las provincias del norte de China y su construcción se alargó durante más de 2.000 años. Los historiadores creen que ya en el siglo IX antes de Cristo se crearon las primeras construcciones defensivas que después formarían parte de la Gran Muralla, y la fecha de su finalización se ha fijado en el año 1644 de nuestra era, en tiempos de la Dinastía Ming, aunque los trabajos de restauración y mantenimiento continuaron después. La función de la Gran Muralla era proteger el límite norte del Imperio chino de los ataques de los pueblos mongoles y manchúes. Actualmente, se mantienen en pie unos 10.000 kilómetros de muralla, que tienen una anchura media de alrededor de cinco metros. Su altura es variable, aunque en las partes más altas llega a sobrepasar los siete metros, sin contar las torres. Cuenta con más de 20.000 torres de vigilancia, además de otras 10.000 que servían para realizar señales lumínicas y de humo.
Al contrario de lo que muchos creen, la Gran Muralla no puede verse desde el espacio. Es un mito que viene de largo y que es muy anterior a la llegada del hombre a las estrellas. Ya en el siglo XVIII algunos autores afirmaban que la Gran Muralla sería la única obra creada por el ser humano que se vería desde el espacio. El mito ganó credibilidad en 1932 cuando la publicación “Ripley’s believe it or not!” también lo aseguró. Sin embargo, esta creencia se vino abajo con el comienzo de la era espacial. Ningún astronauta ha podido ver la Gran Muralla en sus viajes por la órbita terrestre y, en 2003, Yang Liwei, el primer chino que viajó al espacio, lo confirmó: la Gran Muralla es demasiado estrecha y se funde con los colores del paisaje, por lo que es imposible contemplarla a simple vista desde tan larga distancia.
Los fanáticos de las compras pueden ir preparándose, porque Beijing es una de esas ciudades en las que pueden volverse, literalmente, locos. La oferta de zonas comerciales, mercados y tiendas es, prácticamente, infinita. La ciudad cuenta con algunos de los centros comerciales más espectaculares y mejor surtidos del mundo. ¿Los principales? Oriental Plaza, con sus 130.000 metros cuadrados, está ubicado en Wangfujing, cerca de la Plaza de Tiananmen. Es la calle comercial más famosa de Beijing, similar a las de cualquier otra ciudad de Europa o Estados Unidos. Otros “puntos calientes” son Shin Kong Place, el centro comercial con la mayor ‘flagship’ de Gucci de Asia; Beijing Yintai Center, un complejo con tres rascacielos conectados y 350.000 metros cuadrados construidos, o The Place, con una gigantesca pantalla que sobrevuela a los visitantes. Silk Street, por su parte, es uno de los centros comerciales más frecuentados por los extranjeros, y en sus 1.700 comercios se pueden encontrar productos de imitación y otros con rebajas.
Si buscas algo menos impersonal, el centro de Beijing cuenta con varias zonas históricamente dedicadas al comercio. Qianmen Street, en el eje central de la ciudad, es una de las zonas más comerciales de Beijing. Se trata de una calle peatonal y sus edificios, restaurados, representan el estilo tradicional chino. Al caminar por ella, parece que hemos viajado en una máquina del tiempo hasta el Beijing de 1920. Aquí podrás encontrar, sobre todo, firmas internacionales famosas y también chinas. La zona de Dashilar, que incluye la calle del mismo nombre y las aledañas, cerca de Qianmen, está especializada en productos chinos. Por su parte, Liulichang, un área con pequeños comercios, que ofrece el aspecto de un pueblo, es el lugar perfecto para encontrar artesanía: pinturas, caligrafía, teteras, libros… Los esmaltados, las tallas de marfil, el jade y los lacados son los trabajos de alta artesanía más tradicionales de Beijing, así como las sedas y las perlas. Desde julio de 2015 existen en China tiendas libres de impuestos. La mayoría de las tiendas ‘tax free’ se encuentran en Wangfujing y otras zonas muy concurridas.
Beijing está llena de mercadillos donde podrás encontrar de todo, desde antigüedades a objetos de segunda mano. Por ejemplo, el de Panjiayuan, en el distrito de Chaoyang, al sureste de la ciudad, está considerado el mayor mercadillo del continente asiático en lo que a productos artesanales y antigüedades se refiere. Mientras, el mercado de Hongqiao es el lugar perfecto para adquirir perlas y sus derivados, ya que es el mayor centro de distribución de este producto en China. En sus 4.500 metros cuadrados también podrás encontrar seda o productos electrónicos. Ten en cuenta que a los chinos les encanta regatear, está en su cultura, así que no debes cortarte a la hora de negociar el precio en estos mercadillos. Las principales recomendaciones para hacerlo es mirar y comparar precios en distintos puestos; no comprar nada por más de una tercera parte de lo que te pidan de entrada, y, sobre todo, tener mucha paciencia porque comprar en un mercadillo de Beijing lleva su tiempo.
Situada en el centro del país, en la provincia de Shaanxi, Xi’an está considerada una de las cunas de la cultura china. Es una gran ciudad, cuenta con más de 7 millones de habitantes -de hecho, es la capital de la provincia-, pero Xi’an tiene a sus espaldas una historia de más de 3.000 años, formó parte de la ruta de la seda y fue el centro de poder de doce dinastías. Todo ello hace que la ciudad sea una visita casi obligada en cualquier viaje por China gracias al gran valor de su patrimonio histórico y cultural.
Sin duda, la mayor atracción de Xi’an, y la que hace que miles de viajeros se desplacen al interior del país, es el impresionante mausoleo del emperador Qinshihuang y su ejército de Guerreros de Terracota, situado a unos 35 kilómetros al noreste de la ciudad. Es un reclamo turístico mundialmente conocido y de valor incalculable. Descubierto de manera fortuita en 1974 mientras se realizaban unas obras hidráulicas, el mausoleo, de 56 kilómetros cuadrados –está considerada la tumba más grande de las que se conservan en China–, es casi una ciudad subterránea que incluye la tumba del emperador –junto a otros cientos de enterramientos– y, lo más espectacular, un ejército de más de 7.000 guerreros de terracota con sus corceles y carros de bronce. Cada guerrero, de tamaño natural –miden 1,80 metros–, cuenta con rasgos distintos y en ocasiones portan armas reales. Se pueden visitar las excavaciones, que se mantienen dentro de un enorme hangar, y el Museo en el que se conservan los restos más destacados del conjunto arqueológico. La visita completa bien puede llevar un día entero. Este increíble tesoro histórico estuvo oculto durante más de 2.000 años y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987. Construido en el siglo III antes de Cristo, se cree que terminar tan enorme recinto funerario llevó unas cuatro décadas y empleó el trabajo de cientos de miles de obreros. Las excavaciones arqueológicas en el lugar aún están en curso y se cree que quedan muchos guerreros -y no se sabe cuántas más maravillas– todavía por descubrir.
Además del mausoleo del emperador Qinshihuang y su Ejército de Terracota, Xi’an cuenta con muchos otros atractivos que no te puedes perder si visitas a la ciudad. Por ejemplo, la Gran Pagoda de la Oca Salvaje, un bellísimo templo budista de 64 metros de altura que data del siglo VII y que está dentro del recinto del Templo Da Ci’en, o la gran muralla antigua que rodeaba la ciudad, una de las mejor conservadas de China. Tampoco debes perderte la Gran Mezquita del Barrio Musulmán, un recinto del siglo VIII de 13.000 metros cuadrados –es una de las mayores mezquitas de China– o el Templo Jianfu, que incluye la Pequeña Pagoda de la Oca Salvaje.
Pocos lugares están rodeados de tanta fascinación, espiritualidad y misterio como Lhasa, la capital de la Región Autónoma del Tíbet. Situada sobre la meseta tibetana, a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar -es una de las ciudades más altas del mundo-, y arropada por las cumbres del Himalaya, Lhasa es uno de esos lugares que no te dejará indiferente. En lengua tibetana su nombre significa “tierra sagrada”, y es el centro espiritual del budismo tibetano y el legendario hogar del Dalai Lama, aunque el actual se encuentra en el exilio, por lo que en estos momentos el palacio ha perdido temporalmente esa función política y espiritual.
Entre todos los lugares de interés de Lhasa, el Palacio de Potala es el que, sin duda, atrae todas las miradas. Situado sobre la Montaña Roja, era el palacio de invierno del Dalai Lama, y sobresale imponente en el centro del valle en el que se ubica la ciudad. Con las altas cumbres del Himalaya a sus espaldas, es el complejo palaciego antiguo situado a mayor altitud del mundo: 3.767 metros sobre el nivel del mar. Fue construido en el siglo VII y remodelado en el siglo XVII, que fue cuando tomó su actual aspecto. Tiene 13 pisos de alto y 400.000 metros cuadrados construidos. El Palacio de Potala cuenta con dos partes diferenciadas por colores. El Palacio Blanco, la más grande de las estructuras que componen el complejo, alberga el gran salón de ceremonias con el trono del Dalai Lama. Sus habitaciones privadas y las salas de audiencias están en los pisos más altos. Este impresionante palacio conserva casi 700 pinturas murales, 10.000 rollos de pergamino con pinturas, así como esculturas, alfombras, cortinas, ricas porcelanas, objetos de jade, plata y oro y una enorme colección de documentos históricos. Mientras, el Palacio Rojo, en lo más alto del complejo, contiene las tumbas de los Dalai Lama y el monasterio privado, un lugar exclusivamente dedicado al estudio y la oración. Además, el Palacio de Potala cuenta con otras dependencias, como escuelas, seminarios, imprenta, jardines… El Palacio de Potala es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1994, y esta protección se amplió en 2000 y 2001 para incluir a dos edificios vecinos: el Palacio Norbulingka y el Templo de Jokhang.
Debido a su altitud, la concentración de oxígeno en Lhasa es menor que en otros lugares, así que puede que necesites algunos consejos para adaptarte a la ciudad. El mal de altura puede aparecer por encima de los 2.400 metros, y es más agudo cuanto más rápido se asciende. Los síntomas son mareos, dolores de cabeza, náuseas, agotamiento o trastornos digestivos. Para minimizar lo más posible el riesgo de sufrir mal de altura, lo mejor es aclimatarse al lugar de forma gradual. Durante el primer día, evita los esfuerzos físicos intensos y tómatelo todo con calma, ya que el cuerpo tolera peor la agitación y el nerviosismo. Además, puede ser recomendable tomar una dieta rica en azúcares e hidratos de carbono y, lo más importante, hidratarse bien, bebiendo incluso cuando no tengas sed.
Con sus más de 20 millones de habitantes, Shanghai es la ciudad más poblada de China y, también, la más moderna y cosmopolita. Situada al este del país, en el delta del río Yangtsé, Shanghai es el centro económico y comercial de la República Popular China y uno de los puertos más grandes del mundo. La ciudad no forma parte de ninguna provincia, sino que es uno de los cuatro municipios chinos que están administrados directamente por el gobierno central.
Shanghai es una megalópolis de grandes contrastes. Por un lado, encontramos zonas de altos rascacielos futuristas como Pudong, el distrito financiero de la ciudad. Aquí se ubica, por ejemplo, la Torre de Televisión Perla Oriental, que le da un carácter inconfundible al skyline de la ciudad. Por otro, Shanghai conserva algunos vestigios de su pasado histórico que merece la pena conocer. El Bund, como se denomina el malecón de la ciudad, es uno de ellos. Situado a orillas del río Huangpu -una ramificación del Yangtsé-, es un paseo de un kilómetro y medio que conserva un buen número de bellos edificios de estilo colonial. Visitar el Bund al anochecer eleva la experiencia a un nivel superior, ya que se encuentra justo en la orilla opuesta al distrito de Pudong y podrás contemplar un increíble skyline reflejado en el río. Los Jardines Yuyuan, al norte de la ciudad, son otra famosa atracción turística de Shanghai y uno de los lugares más bellos y con más historia de la ciudad. Su origen se remonta al siglo XVI, a los tiempos de la Dinastía Ming, y contiene pabellones y estanques que forman un conjunto de gran belleza. Junto a los jardines se encuentra, además, un bazar muy popular. Tampoco debes perderte el Templo del Buda de Jade. Este templo budista, el lugar de culto más importante de Shanghai, alberga dos enormes esculturas de Buda talladas en jade, una sentada y otra yacente.
En un recorrido algo más amplio por Shanghai puedes incluir otras atracciones turísticas como la Plaza del Pueblo, donde encontrarás el Museo de Shanghai, con una valiosa colección de bronces, esculturas, pinturas o cerámicas, el Museo de Arte de Shanghai, el Gran Teatro de Shanghai o el espectacular Centro de Exposiciones de Urbanismo de Shanghai. También puedes darte un paseo por Xintiandi, un barrio de casas tradicionales restauradas que ahora alberga tiendas, restaurantes y cafés, o por el encantador barrio francés.
El plan de viaje a tu alcance
- Sin comidas.
- Beijing Capital
- Sin comidas.
- Beijing Capital
- Desayuno. Comida.
- Beijing Capital
- Panorámica de Beijing
- Desayuno. Comida. Cena de pato laqueado.
- Beijing Capital
- La Gran Muralla
- Desayuno. Comida.
- Xi An
- Templo del Cielo
- Desayuno. Comida.
- Xi An
- Museo de Guerreros y Corceles de terracota
- Panorámica de Xi'an
- Desayuno.
- Lhasa
- Desayuno. Comida.
- Lhasa
- Visita panorámica de la ciudad con guía de habla inglesa
- Desayuno. Comida.
- Lhasa
- Visita panorámica de la ciudad con guía de habla inglesa
- Desayuno.
- Shanghai
- Desayuno. Comida.
- Shanghai
- Panorámica de Shanghai
- Desayuno.
- Shanghai
¿Quieres saber más de China?
China es un país tan grande y en el que conviven tantas culturas, climas y etnias que resulta harto complicado hablar de una gastronomía china en general. Lo que sí podemos decir es que la cocina de este país es una de las más sabrosas, sanas y variadas de todo el planeta, y que poco o nada tiene que ver con la que estamos acostumbrados a ver y probar en los restaurantes chinos occidentales. Dependiendo de la zona o región en la que nos encontremos, el recetario tradicional y la forma de cocinar los alimentos varía considerablemente.
Así, la cocina cantonesa en particular y del sudeste de China en general, los sabores son suaves y sencillos, sin apenas presencia del picante, y con una lista de ingredientes reducida pero muy interesante. El pescado fresco y un amplísimo surtido de vegetales se combinan con salsa de soja, jengibre, azúcar, sal, ajo, vino de arroz, almidón y aceite. Por su parte, la cocina propia de la provincia de Sichuan sí suele ser picante, y la pimienta llamada Fagara (o pimienta de Sichuan) es una de las estrellas. El jengibre y los pimientos picantes completan el repertorio de sabores intensos. La gastronomía de Huaiyang, y de toda la provincia de Henan, es la más delicada del país, y destaca por el empleo de ingredientes sutiles, sabores suaves y elegantes y una presentación exquisita a la hora de servir los platos, mientras que en Shandong predominan los fritos y los salteados rápidos, con muy poca presencia de especias y generalmente protagonizados por mariscos frescos y algas.
China es todo un paraíso para los amantes de las compras. A lo largo y ancho del país existen miles y miles de tiendas, centros comerciales y mercadillos que ofrecen al viajero las mercancías más variadas.
Algunos de los productos más típicos y habituales en los mostradores de todo el país son los objetos de jade, artesanía de todos los tipos, tamaños y colores, sedas y otros delicados tejidos, como el cashmere, prendas de ropa, alfombras, antigüedades y una clase de artesanía en bronce muy bonita y pintoresca llamada cloisonné. Mención aparte merecen el té y las hierbas medicinales. El té constituye todo un universo paralelo en China, y se pueden encontrar todas las variedades imaginables, además de cualquier artículo para su preparación o consumo, como teteras, tazas, vasitos, cuberterías de plata y otros materiales, etcétera. En cuanto a las hierbas medicinales, también las hay por doquier, pero lo más recomendable es comprarlas en las pequeñas tiendas tipo herboristería con las que cuentan la mayoría de los hoteles de las grandes ciudades. Por último, cabe destacar que, desde julio de 2015, existen en China tiendas libres de impuestos. Si gastas más de 500 yuanes te devuelven el 9 por ciento de la compra. La mayoría de las tiendas ‘tax free’ se encuentran en las zonas más concurridas de las grandes ciudades.
Teniendo en cuenta las colosales dimensiones del país, y el gran número de provincias, regiones autónomas, ciudades, etnias y grupos religiosos que conviven en China, todos los días del año son festivos en, al menos, un par de sitios. Pero hay una serie de fechas en las que la nación entera deja lo que está haciendo para salir a celebrarlo:
• 1 de enero: Año nuevo occidental. Aunque los chinos se rigen por otro calendario, han adoptado la costumbre de celebrar nuestro año nuevo.
• 8 de marzo: Día Internacional de la Mujer.
• 1 de mayo: Día del Trabajo.
• 1 de julio: Aniversario de la fundación del Partido Comunista Chino.
• 1 de agosto: Aniversario de la fundación del Ejército de Liberación del Pueblo.
• 1 de octubre: Día Nacional de China, se conmemora el aniversario de la fundación de la República Popular.
• Año Nuevo Chino o Fiesta de la Primavera: Se celebra el primer día del primer mes del calendario lunar. Suele ser a finales de enero o principios de febrero.
• No beber agua que no sea embotellada
• No comer verduras crudas ni fruta sin pelar
• Mantener una pulcra higiene de manos, lavándolas a conciencia antes de cada comida
• Consultar con tu médico si vas a visitar zonas rurales